Fui un niño flaco que aprendió a convivir con desaires del tipo «tienes menos carne que un guisado de alambre», pero esos agravios no me traumatizaron ni me resultaron insufribles. Lo que no he soportado nunca, ni entonces ni ahora, es el insulto gratuito, el exabrupto cerril y asilvestrado. La historia de la política y […]