Todos los veranos soy testigo del asesinato de cuatro o cinco personas. Y mentiría si dijera que lo hago sin inmutarme. Bien al contrario. Algunos de los crímenes me han conmovido o inquietado hasta el temblor, pero también es verdad que nunca he derramado una lágrima por esos muertos. No soy un sádico, ni un […]