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Sin brazo y sin papeles

La historia está llena de mancos ilustres, gente que ha perdido una extremidad en situaciones honrosas y arriesgadas. El propio Cervantes reprochaba al falsario Avellaneda que le hubiera tachado de «viejo y de manco, como si hubiera sido en mi mano haber detenido el tiempo, que no pasase por mí, o si mi manquedad hubiera nacido en alguna taberna, sino en la más alta ocasión que vieron los siglos pasados, los presentes, ni esperan ver los venideros». Aquella «alta ocasión» fue, como es bien sabido, la batalla de Lepanto.

Valle Inclán, otro de los mancos ilustres de la historia española, perdió su brazo izquierdo en situación más confusa: una herida gangrenada tras recibir el bastonazo de un adversario de tertulia, no en una taberna pero sí en un café junto a la madrileña Puerta del Sol. Aunque supongo que para un espíritu tan esencialmente ‘literario’ como el de Valle, lo prosaico de la trifulca no fue demérito, pues ya se encargaría su genio creador de adornar el episodio con la aureola de la leyenda.

En ambos casos, a la vista de la obra que dejaron tras sí, la pérdida del brazo no les restó presencia y mérito en su trayectoria profesional.

Ahora la situación es distinta. La historia del boliviano Franns Rilles Melgar Vargas ha conmocionado a España tras conocerse que este inmigrante ‘sin papeles’ se quedó sin su brazo izquierdo después de sufrir un terrible accidente laboral en la panadería en la que trabajaba sin contrato. Un brazo que no pudieron implantarle en el hospital al que llegó, entre otras cosas porque el empresario que lo trasladó hasta allí le dejó a 200 metros de Urgencias y, lo que es más grave, se desprendió poco después del miembro amputado y lo arrojó a la basura.

Yo sé que llegado a este punto lo fácil sería hacer un buen acopio de moralina y arremeter contra esta sociedad despiadada que dedica los consabidos quince minutos de gloria mediática al caso de Melgar Vargas sin que mañana cambie nada y siga la fiesta. Ya ocurrió algo parecido con aquel inmigrante ¿marroquí? que se quedó inválido por salvar la vida a un viajero del Metro. Además de dar papeles, el Estado debería dejarse de literatura y resucitar para ellos una vieja institución: la de Mutilados por la Patria. Que es lo que son.

Juan Domingo Fernández

Sobre el autor

Blog personal del periodista Juan Domingo Fernández


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