La muerte le sorprendió en Albany, la capital del Estado de Nueva York, el miércoles 14 de octubre. Marcelo Blázquez Rodrigo, el cura Marcelo, había nacido en Serradilla, Cáceres, el 7 de octubre de 1936, pero residía en los Estados Unidos desde junio de 1973, a donde marchó para pasar tres meses que se convirtieron en casi medio siglo. Pocas semanas antes de su muerte hablé por teléfono con él y me comentó que pensaba vender aquella casa y volverse definitivamente a Serradilla en Navidades. La vida de Marcelo Blázquez, –lo he dicho y publicado en repetidas ocasiones– merece tanta atención como la que él prestó a los personajes que pueblan sus libros, desde los testimoniales y memorias hasta los de vocación académica e investigadora. Maestro y sacerdote, licenciado en Filosofía y Letras y doctor por la Universidad de Nueva York con una tesis sobre ‘La Gatomaquia de Lope de Vega’ que le dirigió don Manuel Alvar (durante años también vecino suyo en Albany) el cura Marcelo había demostrado previamente sus destrezas como profesor de Religión, corresponsal de radio y prensa escrita, pianista y organista, diplomado por la Escuela Superior de Música Sagrada de Madrid, fundador y monitor de clubes juveniles, activista cultural y autor de ‘Pinceles para la paz’, una biografía del singularísimo personaje y pintor extremeño Belisario Sánchez Mateos.

Tras su nombramiento inicial como director del apostolado hispano de la diócesis de Albany, el obispo le designó capellán católico de las cárceles de máxima seguridad (Comstock, Coxackie, Sullivan) o de seguridad media (Hudson, Annex, Ulster, Woodbourne), ese universo humano que también reflejó en su libro ‘Un cura entre rejas’, donde narra las peripecias, entre otros, de aquel Dieguito, condenado por homicidio, lector entusiasta del Quijote que empezó proclamando «Ni cura, ni Iglesia, ni Dios» y terminó como monaguillo ayudándole a decir misa y preparándose a tomar la Primera Comunión. Experiencias que luego enriquecería con los hispanohablantes de las parroquias de Monticello y Livingston Manor o con los de la granja agropecuaria La Patera, en la que emigrantes mexicanos crían cuarenta mil patos.

Siempre le recordaré con su vozarrón vitalista y su inseparable cachimba, desde hace años sin tabaco. Y sus visitas periódicas a la Redacción de HOY para darnos cuenta de sus nuevos libros: el ya citado ‘La Gatomaquia’, resumen de su tesis doctoral, publicada por el Consejo Superior de Investigaciones Científicas; ‘La dama del Arpa’ (biografía de la concertista María Rosa Calvo-Manzano); ‘Píldoras para pensar. Selección de refranes y dichos populares’, ‘Un cura entre rejas’; ‘Revoltijo de recuerdos’ o el ensayo inédito ‘El cuento y su función en el teatro de Calderón de la Barca’.

El cura Marcelo era capaz de montar un despliegue de película para traerse desde Nueva York ¡86 casullas! que después regalaría a parroquias extremeñas. Una de las muchas acciones, en fin, que acreditan su sentido hospitalario y generoso, con la sensatez de Sancho Panza y el anhelo de justicia de Don Quijote.