Qué guardado se lo tenía el monarca. Tanto como el duque em.. palma… do, hasta que ha salido la virtuosidad de sus armas de varón al patio patrio (otro debate) con los e mails de Torres. En el caso de Su Majestad han tenido, en cambio, que pasar décadas de reinado para que el asunto se destapase y descubriéramos esa habilidad secreta. O no desvelada del Rey. Es una sorpresa aunque puede que los más allegados a Zarzuela la conocieran de antaño. Y una muy allegada también. A ella, debemos saber este nuevo mérito real. A doña Corinna de Frankfurt (allí nació).
Ella, ha permitido desvelarnos una cara desconocida y que no imaginábamos de SAR don Juan Carlos. Una habilidad oculta que, al menos un servidor, ni intuía y, ciertamente, me ha asombrado. Porque en la sesentena cumplida, sorprender con nuevas destrezas suele estar complicado. Sobre todo, si no te da por apuntarte a las actividades del hogar del pensionista del distrito y, la verdad, al Rey no le veo por la labor todavía.
Fue esta mujer la que obró el milagro. Allá por 2004. Mucho antes de todo lo posterior. Ya saben los detalles… Con su generosidad de corazón filantrópico, doña Corinna de Frankfurt convenció a don Juan Carlos para que hiciera unos dibujos para subastar a través de la ONG XXI Century Leaders Foundation con la que la burguesa colabora activamente y recauda fondos para causas humanitarias y medioambientales.
El galante rey Borbón, ni corto, ni perezoso, no dudó en colmar el deseo de la atractiva dama. E hizo dos dibujos originales, que autentificó con su grafía y firma, de una paloma de la paz con su ramita de olivo en el pico y todo. Un estilo entre las de Alberti y Picasso (hay quien ve influencias de Forges) pasadas por el tamiz de la Zarzuela. Datadas y firmadas por JCRO4, (Juan Carlos Rey, 2004) una de las aves figura sobre una bandera española. La otra, sobre fondo blanco.
En ellas el Rey escribió ‘Paz, justicia, progreso y solidaridad para todos en este siglo XXI’. La fundación parece que subastó ya otros dibujos del pintor JCR. Se ignora el motivo y comprador. Y las cantidades pagadas. Pero no deben haber sido una ganga, porque la entidad informa en su web que con las obras de arte en productos que son diseñados y vendidos bajo licencia en todo el mundo, han reunido 5.661.938dólares para obras benéficas. La efectividad corinniana es alemana.
Una labor de artista en la que el Rey de España no ha estado solo. La fundación reúne a más de 600 líders de la realeza y casas principescas, premios Nobel de la Paz, potentados, actores, músicos, artistas, diseñadores de moda o deportistas que han mandado sus ‘maravillosos’ dibujos con los que desarrollar productos inspirados en ellos. Desde un bolso para ir a por el pan a una camiseta o la funda para el móvil. Para que luego digan. Podemos presumir de rey artista. Y de una doña Corinna altruista. Aunque en nada comparable, por odioso que sea hacerlo, con la ingente labor de décadas de la reina doña Sofía de Grecia.
Aunque el caso Noós haya devuelto a la frankfurteña a una actualidad que nunca quiso. A las portadas del periodismo seco, del semi y, por supuesto, del rosado. Ella que vive tan apaciblemente en la City y a la que los gráficos han cazado en una imagen más que casual, como de salir a por unas birras a la multitienda de la esquina. Sin maquillaje, ni peluquería y con un sencillo pullover gris, como la dama anónima que se ha visto obligada a ser tras la polvareda que provocó la caída del Rey, quiero decir el tropezón bostwanés en el safari africano y el perdón, con cara de niño bueno, que pidió su majestad, creo recordar que en la salida de un hospital, como si no tuviera despacho para los mensajes de Navidad o hablar con Hermida.
Doña Corinna de Alemania (allí nació) reasoma a su pesar gracias al socio del yerno del Rey a quien acompañó invitada a algunos de sus actos. Los primeros e-mails de los 200 que Diego Torres anunció, la primavera pasada, que iban a ser una bomba contra la Corona han empezado a relacionar a doña Corinna en el caso Noós. También al secretario de S.A.R. la Infanta Cristina. El cerco se estrecha…