Hay dos o tres hipótesis sobre la moción de censura que Ricardo Cabezas, el candidato socialista a alcalde de Badajoz, está preparando desde antes de Carnavales que todavía no se han contemplado: una, que en realidad se trate de una operación urdida por Francisco Javier Fragoso. No sería extraño: si convenimos en que un modo de conocer un fenómeno es por los efectos que de él resultan –la última prueba del mismo es el hallazgo a 40 años luz de siete planetas ‘parecidos’ a la Tierra que nadie ha visto, pero que se sabe que existen por las alteraciones que provocan sus campos gravitatorios en su estrella–, pocas dudas hay de que esa anunciada y cada vez más alucinógena moción de censura está descubriendo una sustancia política en Fragoso que hasta ahora quizás no había sido advertida por los vecinos. Y es que sólo ha bastado dejarle a Cabezas todo el escenario y que actúe a su sabor para que Fragoso parezca más alcalde. Y Cabezas menos alcaldable.
La segunda hipótesis es que no se trate de un plan urdido por el PP, sino por Podemos, que en Badajoz tiene la suerte de contar con gente inteligente que caza al vuelo la oportunidad de quedarse con toda la caja de la izquierda con sólo darle hilo a la cometa para que Cabezas –y con él el PSOE local y quién sabe si también algo, o bastante, el regional–, se estrelle y luego venga Remigio Cordero a aprovechar los restos del descacharre que tan sutilmente ha alentado.
Y hay una tercera hipótesis que apunta a que, si descartamos la ‘mano negra’ de Fragoso o de Cordero, se trate de una moción de censura maquinada por Pepe Gotera y Otilio, que como todo el mundo sabe es una acreditada empresa de chapuzas.
¿Qué otra conclusión cabe deducir del desarrollo de los acontecimientos? Ricardo Cabezas anunció su intención de presentar una moción de censura, para la que indefectiblemente necesita los votos de los 14 concejales de la oposición y el permiso de los tres partidos, sin tener negociado, ni mucho menos comprometido, un programa de gobierno que le asegure el apoyo; Cabezas afirma que la moción es necesaria no sólo para cambiar de políticas, sino para salvar al Ayuntamiento de la corrupción del PP, pero no sólo no tiene en su poder las pruebas que demostrarían la existencia de esa corrupción para presentarlas a continuación en la Fiscalía, sino –¡viva el surrealismo!– pide al mismo Ayuntamiento gobernado por ‘los corruptos del PP’ que le proporcione esas pruebas; Cabezas sigue pensando en la moción cuando Ciudadanos ha dicho que no la firmará, una decisión que debería haberlo parado en seco, puesto que sin Ciudadanos la moción de censura es ya imposible, ya que no tendría apoyo suficiente ni aun en el caso de que los dos concejales de Ciudadanos dejaran el partido para suscribirla.
Sea cual sea la hipótesis, lo que sí parece cierto es que el problema es Cabezas, pero también los dirigentes locales, provinciales y regionales del PSOE, acabando por Fernández Vara, que no han sacado a Cabezas de su delirio advirtiéndole de que con la moción de censura puede estar jugando con la cabeza de todos.