Por Rocío Sánchez
El otro día me comentaba un amigo que desde que vive en Badajoz ha cambiado su forma de vestir. Mi amigo es andaluz y antes residía en Málaga. Me decía que había llegado a la conclusión de que en esta ciudad te juzgan más que en ningún otro sitio por tu forma de vestir y que, sin darse cuenta, se había ido alineando para ser uno más en la ciudad y no el raro. Triste, muy triste. Pero le tengo que dar la razón. Da igual que sean de izquierdas o de derechas, abundan los que te miran de arriba a abajo en busca de marcas que te identifiquen. Triste, muy triste.