¡Estamos rodeados! Es inútil resistirse, los campos electromagnéticos (CEM) formados por las ondas electromagnéticas (EM) nos envuelven por doquier y no hay forma de escapar de ellas, salvo saliendo del planeta Tierra, y eso siempre y cuando lo hagamos “a pie”, puesto que las naves espaciales actuales, con su enorme equipamiento tecnológico, son jaulas de EM concentradas.
Ahora que lo pienso, salir del planeta aunque fuera a pie no resolvería el problema de nuestro sometimiento a las radiaciones, puesto que en el espacio exterior nos encontraríamos con otras radiaciones potencialmente más peligrosas. Pero vayamos por partes, como decía el buen Jack “The Ripper” (literalmente “el mozo destripador”), dejemos el asunto de las demás radiaciones que nos acechan para otro momento y concentrémonos ahora en las EM, que son las que tenemos encima aquí y ahora, permanentemente.
Los campos electromagnéticos (CEM) tienen su origen en las corrientes eléctricas, siendo más fuertes cuanto más intensa sea la corriente. Las ondas electromagnéticas asociadas a esos campos son invisibles para el ojo humano, pero están en todas partes en el medio en que vivimos. En la atmósfera se producen por la acumulación y movimiento de cargas eléctricas, que tiene lugar por ejemplo por efecto de las tormentas. El propio planeta Tierra tiene un campo magnético permanente.
Por otra parte, en nuestro propio organismo se producen corrientes eléctricas minúsculas debidas a las reacciones químicas de las funciones corporales normales, incluso en ausencia de campos eléctricos externos. Por ejemplo, los nervios emiten señales mediante la transmisión de impulsos eléctricos. En la mayoría de las reacciones bioquímicas, desde la digestión a las actividades cerebrales, se produce una reorganización de partículas cargadas. Incluso el corazón presenta actividad eléctrica, que en medicina se puede detectar mediante los electrocardiogramas.
Además de las fuentes naturales, en el espectro electromagnético hay también CEM generados por el hombre, por ejemplo los rayos X que se utilizan con frecuencia, en medicina para examinar la rotura de un hueso, y también en la industria o en la construcción y en otros campos. El gesto absolutamente habitual de enchufar cualquier aparato eléctrico en un enchufe de corriente, lleva asociado la creación de CEM. Cuando estamos escuchando la radio, viendo la televisión, hablando por el teléfono móvil y un largo etcétera, estamos generando, envolviéndonos y moviéndonos en los CEM.
Dado que nos tienen rodeados permanentemente y puesto que existen algunas incertidumbres en torno a los posibles perjuicios que esas ondas pueden producirnos, conviene que sepamos, para defendernos de ellos, que los CEM son más fuertes en los puntos cercanos a su origen y que su intensidad disminuye rápidamente conforme aumenta la distancia desde la fuente que los emite. Conviene saber también que los materiales comunes, como las paredes de los edificios, no bloquean los campos magnéticos.
La exposición a los CEM no es un fenómeno nuevo, puesto que existe desde que existen las cargas eléctricas en movimiento, es decir “desde siempre”, pero a lo largo del siglo XX la exposición ambiental aumentó de forma notable, con la creciente demanda de electricidad, el constante avance de las tecnologías y los cambios en los hábitos sociales, que han generado más y más fuentes artificiales de CEM.
Teniendo en cuenta que se considera valor límite recomendado para en cuerpo humano el de 5 000 Voltios/metro (V/m), podemos tener una idea del orden de magnitud de las intensidades de campo eléctrico típicas medidas cerca de nuestros electrodomésticos (a una distancia de 30 cm), con los siguientes valores dados en V/m, suministrados por la Oficina Federal Alemana de Seguridad Radiológica (Bundesamt für Strahlenschutz, BfS): Receptor radio (180 V/m), Frigorífico (120), Batidora (100), Tostadora (80), Secador de pelo (80), Televisor (60), Cafetera eléctrica (60), Aspiradora (50), Horno eléctrico (8), Bombilla (5).
En relación con los valores anteriores, que son puramente orientativos, y que puede variar enormemente de unos modelos a otros, conviene tener en cuenta que la intensidad del campo magnético que rodea a cualquier aparato eléctrico disminuye rápidamente conforme nos alejamos del mismo y dado que la mayoría de los electrodomésticos no se utilizan a una distancia muy cercana al cuerpo, y dado también que la realidad es que a una distancia de 30 cm los campos magnéticos que generan son más de 100 veces menores que el límite recomendado establecido para el conjunto de la población, podemos concluir que no debemos alarmarnos en este aspecto, siempre y cuando naturalmente vigilemos el hecho de “mantener las distancias”.
En cuanto a equipos como los hornos de microondas domésticos, que funcionan a potencias muy altas, pero que disponen de una protección eficaz que reduce la fuga de radiación hasta niveles casi indetectables. Los teléfonos portátiles (Ojo, no los móviles), que son los teléfonos que nos permiten movernos por dentro de la casa, funcionan a intensidades mucho menores que los teléfonos móviles. El motivo es que se utilizan a distancias muy próximas a su estación base, por lo que no necesitan campos intensos para transmitir a distancias grandes. Por consiguiente, los campos de radiofrecuencia que generan estos aparatos son muy débiles y en consecuencia sus riesgos son despreciables.
Mención aparte merecen los teléfonos móviles, sobre los que se ha realizado un gran número de estudios en los dos últimos decenios para determinar si pueden plantear riesgos para la salud. Hasta la fecha no se ha confirmado que el uso del teléfono móvil tenga efectos perjudiciales para la salud, si bien el Centro Internacional de Investigaciones sobre el Cáncer (CIIC), organismo especializado de la Organización Mundial de la Salud (OMS), ha clasificado los campos electromagnéticos producidos por los teléfonos móviles como “posiblemente carcinógenos” para los seres humanos. Pero claro, aquí hay que distinguir entre los términos posiblemente, que es el que se ha utilizado, y probablemente, que es el que debe evitarse hasta que los estudios en curso para analizar más a fondo los posibles efectos a largo plazo del uso de los teléfonos móviles, alcancen la credibilidad suficiente.
Mientras tanto lo prudente sería la utilización de dispositivos «manos libres», que permiten mantener el teléfono separado de la cabeza y el cuerpo durante la llamada, si el usuario se separa de su teléfono una distancia de 30 cm, absorberá 100 veces menos energía que si tuviese el teléfono aplicado a la cabeza. Y recordemos una evidencia: el nivel de exposición también se reduce si se disminuye la cantidad de llamadas y su duración.
Sin duda el tema del daño, real o simplemente potencial, que puede suponer el uso de los teléfonos móviles tiene tal importancia que no deben darse orientaciones que induzcan a tomar decisiones, sin que las investigaciones arrojen más luz sobre el particular. Sin embargo circulan por las redes de comunicación informaciones y videos que se orientan tanto en un sentido como en el contrario.
En resumen lo razonable, hasta tanto la ciencia se pronuncie de forma concluyente, es aplicar el llamado “Principio de Precaución”, que se aplica cuando una evaluación científica objetiva indica que hay motivos razonables de preocupación por los potenciales efectos peligrosos sobre la salud o el medio ambiente a pesar de los niveles de protección adoptados.
El principio de precaución se definió como principio fundamental en la Unión Europea, y está directamente relacionado con la gestión del riesgo. Su aplicación debe ser activa sin esperar a la obtención de resultados definitivos.
Para “rematar” el tema de los CEM y los teléfonos móviles, acabo de leer en la prensa que ha muerto una joven al contestar una llamada a su móvil, cuando lo tenía en carga conectado a un enchufe, la noticia informa que ya van bastantes casos, por lo que se recomienda no acceder a estos equipos mientras estén en carga. Parece que el problema suele ser consecuencia de un fallo en las baterías de los equipos.
En fin, visto lo visto, les ruego que si quieren ponerse en contacto telefónico con este s.s.s. (su seguro servidor), lo hagan llamándome al teléfono fijo clásico, ya saben uno grande negro, con un disco con agujeritos por los que se ven los números y eso. Muchas gracias.