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José Moreno Losada

De lo divino y lo humano

Las olimpiadas y el Espíritu: en cuerpo y alma.

“Correr, luchar… por una corona que no se marchita”

La grandeza de los atletlas

Llego del descanso veraniego y me dejo seducir por las imágenes plasmáticas televisivas que nos dan primeros planos, nos hacen  espectadores privilegiados de las pruebas deportivas en las olimpiadas de Brasil, algo nunca soñado. Tener este privilegio de poder vivir al detalle preciso y exacto lo que acontece allende de los mares. La belleza de las pruebas y el ejercicio de los atletas nos arrastran y nos elevan hasta en el espíritu, los mismos comentaristas  loan el trabajo, la dificultad, la superación, el dominio, la entrega, la colaboración, el equipo, la deportividad… hasta el papa Francisco se ha hecho eco de esta imagen de dominio, equilibrio, belleza, unidad, valores, etc. de los que son ejemplo para el mundo las olimpiadas y los participantes en ellas.

La riqueza del cuerpo almado y del alma encarnada

Siempre el ser humano en la comprensión de su realidad entendió que la unidad de su ser pasaba  por la riqueza del su cuerpo como expresión de su construcción personal. El cuerpo es tarea de lo humano, porque no hay humanidad sin corporeidad. Hasta el punto de que es inviable hablar del espíritu humano sino es desde su corporeidad, y no es posible hablar de su cuerpo humano sino es de su ser almado. No hay alma sin cuerpo, ni realidad de cuerpo humano sin ser almado, los dualismos dialécticos y contrarios han sido siempre enemigos de la belleza, la bondad y la unidad que el génesis proclamaba al hablar de ser humano en su estructura de cuerpo almado y de alma encarnada. Por eso, ver a jóvenes con ese dominio del cuerpo, interrelacionándose e incluso compitiendo ordenadamente, nos eleva en el alma y nos seduce. Cuántos habrán contemplado estas imágenes y habrán sentido- miles, millones-, pensado, querido, dolido, ilusionado, motivado…al  tiempo que habrán sido interpelados en sus vidas y en sus modos de tratar y vivir su corporeidad. Seguro que  la realidad que hemos contemplado en los deportistas, más allá de sus logros,  ha dinamizado pensamientos positivos y deseos de tratar y ser mejores cuerpos en nuestro ser personal.

La olimpiada del Espíritu

Del mismo modo pasaba hace un mes en Polonia, allí más de un millón de jóvenes, selección de otros muchos, expresaban el trabajo y el cuidado de su espíritu, de sus personas encarnadas y almadas. Allí se reunieron para celebrar unas jornadas de juventud donde el horizonte, la carrera y la meta era el amor y la misericordia entrañable. Un ejercicio que requiere del alma y de todo el ser para poder realizarse en verdaderas obras. El Papa iluminó aquellos juegos  del Espíritu,con palabras sabias, invitando a salir del diván de lo cómodo y lo indiferente, donde engorda y muere el espíritu, para ser protagonistas de sus vidas y aceptar el reto de hacer un mundo mejor y más cuidado, tanto en la relación con la naturaleza como con toda la humanidad. Allí también se abrían horizontes y deseos de bondad, interpelación de inquietud y compromiso para todos los que lo siguieron y contemplaron con corazón abierto. Pero todos estos encuentros luminosos requieren ser preparados y vividos en realidades mas cotidianas y permanentes para ser posibles.

Estudiantes Extremeños con Espíritu

Yo he sido testigo en esta etapa veraniega de ámbitos olímpicos de jóvenes del Espíritu – seguidores de Jesús- bien encarnados, de estudiantes con espíritu cristiano. El primero a nivel regional, en Losar de la Vera, donde una cincuentena de jóvenes de quince a treinta años, mitad de institutos y mitad universitarios, durante ocho días entraron en el  ejercicio de formación integral acerca de cuestiones de calado vital como son las modas para los adolescentes y el tema de la afectividad, la sexualidad y la pareja para los más jóvenes. Ocho días de gozo, encuentro, reflexión, oración, pero sobre todo de formación juvenil con claves directas de protagonismo y de búsqueda personal en orden a las personas que quieren ser y construir, para no hacer vidas sobre arena. Cada año vengo convertido e interpelado por estos jóvenes, sencillos y normales, que están en nuestras aulas pero que son olímpicos de un espíritu sano, abierto, inquieto. Los descubro como buscadores, creyentes, limpios, abiertos… no hay duda de que van obteniendo  y luciendo una corona que no se marchita.

Jóvenes de todo el mundo por una corona que no se marchita

La segunda parte, que no he vivido directamente, pero que la he seguido con el corazón y las imágenes, ha sido – como las olimpiadas- un encuentro internacional que se ha celebrado en Madrid, organizado por la juventud estudiante católica. Jóvenes de más de 25 países de cuatro continentes han estado una semana completa tratando cosas fundamentales del Espíritu y de lo humano. A la luz del espíritu del Papa Francisco en la “Laudato, Si”, han reflexionado juntos y compartido vivencias sobre la problemática ecológica de nuestro mundo, el cuidado de la casa, así como de la problemática de lo humano, el cuidado del hermano, la violencia y la paz. Han  participado desde un joven palestina, arriesgada y comprometida, de quince años, hasta africanos, latinos, indios… Todos movidos por el ejercicio de un espíritu de jóvenes que creen en la humanidad, en la posibilidad de un mundo nuevo, movidos por la convicción de que les habita el Espíritu de Jesús que los hace atletas de la bondad y del amor en la construcción del mundo. Espíritu que no cree en desigualdades, fronteras, separaciones, corrupciones, destrucción, que gime con dolores de parto ante una nueva creación que se avecina, que se está gestando en corazones de jóvenes como estos.

Alvaro y Carmen, atletas en cuerpo y alma.

Soy testigo de que esta preparación ha estado fundamentalmente en manos de dos jóvenes universitarios extremeños, Álvaro  Mota y Carmen Ledesma, ellos como verdaderos atletas llevan años de formación y entrenamiento, por eso se lanzaron a la organización de este encuentro internacional. Han quedado extenuados, como los buenos atletas, porque lo han dado todo para hacerlo posible, pero también sé que la corona que les habita y les encabeza no se va a marchitar porque saben dónde está su tesoro y allí están poniendo el corazón.  Son, sin duda, atletas del Espíritu. No buscan el éxito sino la corona de la vida que no se marchita y se comparte para que todos tengan más vida. Aunque todos le daríamos la medalla de oro en dobles, por aquello de que el Señor los envió de dos en dos.

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Sobre el autor

“Entre lo divino y lo humano, pero sin fronteras entre lo uno y lo otro, va deambulando mi vida de cada día, como la de todos. Me muevo como ciudadano de a pie en la ciudad secular, como hermano en medio del mundo y como oveja-pastor en el ámbito eclesial, y no soy más que puro intento de una identidad en estos caminos de lo humano y de lo divino. Abro este blog con el deseo de seguir siendo encuentro y, ojalá, para abrir los ojos, con todos vosotros, a lo trascendente y lo inmanente de nuestra historia cotidiana." Pepe Moreno Losada, nacido en Granja de Torrehermosa en 1958, ahora –ya mayor- sacerdote en Badajoz y profesor en la Facultad de Educación de la Universidad de Extremadura.


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