REGENERACIÓN POLÍTICA, y (IV)
– Urgente necesidad de una reforma de la Administración pública.
– Estructuras políticas duplicadas y sobredimensionadas.
– Organismos politizados disfrazados de ente público.
Seguimos nuestra singladura de acuerdo con nuestro derrotero planificado, y que va poniendo en el tablero político aquellos aspectos que los ciudadanos hemos detectado, que son necesarios cambiar para poder llevar a nuestra democracia a puerto seguro, siendo el fundamento para una verdadera “regeneración política”, y que están pidiendo a voces nuestros ciudadanos.
Las Administraciones públicas tienen que servir con objetividad y eficiencia a los intereses generales, de acuerdo a unos principios de jerarquía, descentralización, coordinación y eficacia, bajo el sometimiento a la Ley y al Derecho.
Estas reglas generales son las que garantizan el Estado de Derecho, el respeto a la legalidad vigente en la toma de decisiones, es decir, son los medios para garantizar que los Gestores públicos sirvan con eficiencia, eficacia y objetividad a los intereses generales.
Todas estas reformas de las Administraciones nos llevarán a una regeneración democrática que supondrá el mantener el músculo (Funcionarios), y reducir la grasa (empleados públicos y cargos de confianza); esto es, estructuras políticas sobredimensionadas, duplicidades administrativas, etc.
La primera reforma por la que se debería empezar es la de los Ayuntamientos; fusión de Ayuntamientos. No podemos mantener, con una población de 47M de habitantes, más de 8.100 Ayuntamientos y Entidades locales menores; debemos racionalizar este número como la han hecho Países de nuestro entorno, con un mayor número de habitantes.
El PP y PSOE tienen miedo a perder poder político y alegan para justificarlo la pérdida de identidad, tradición y servicios en los Pueblos. Un planteamiento que se cae por su propio peso, ya que esos Municipios pasarían a ser Distritos de otro Ayuntamiento mayor y por tanto asegurados los servicios al quedar mancomunados, al tiempo que se optimizarían los recursos humanos. Ser Distrito de un Ayuntamiento mayor, más allá de cuestiones identitarias, no cambiaría la vida diaria de los ciudadanos de ese pequeño Pueblo fusionado. Es más, mejorarían y sanearían las cuentas de muchos municipios, proporcionándoles servicios de los que ahora carecen y mejorando los que tienen y todo con los mismos impuestos. Tomen como ejemplo una gran ciudad dividida en Distritos y que funciona cada Distrito como una división territorial Administrativa, para mayor eficacia y rapidez en sus tramitaciones. Por tanto, no solo quedaran garantizados el servicio a los ciudadanos, sino que los servicios se mancomunarían y se mejoraría la gestión con una economía de escala en los contratos públicos.
La segunda reforma sería la desaparición de las Diputaciones Provinciales. Estos organismos son anteriores a las autonomías, datan de 1830 y duplican misiones y competencias con el actual Estado de las Autonomías. Diputación, es el organismo administrativo que gestiona un territorio (Provincia) y presta servicios, en teoría, a todos los municipios de la Provincia.
Con la creación de las Autonomías, estas recibieron competencias del Estado Central en cuanto a la relación con los Ayuntamientos de su territorio. De esta manera empezó el solapamiento de funciones e incluso del poder político dentro del mismo territorio, empezando las duplicidades que actualmente se dan y por tanto aumentando el gasto público.
En la práctica actual, las Diputaciones funcionan como órganos de colocación de los Partidos políticos para premiar a su casta. De hecho, en algunas Autonomías uniprovinciales desaparecieron y no pasó nada, más bien se ahorraron este gasto público.
Esta supresión de Diputaciones con el consiguiente ahorro no le interesa al bipartidismo (PP Y PSOE), dado que no quieren una administración más ágil, menos burocratizada, menos costosa y que preste mejores servicios que es lo que quiere la ciudadanía a la que no escuchan, ya que debilitan su estructura de poder, enchufismo de los suyos y por tanto no interesa, como tampoco el ahorro que supone.
Nuestra Nación y nuestros conciudadanos somos los que estamos soportando todas estas estructuras administrativas duplicadas, mediante una fuerte presión fiscal para su mantenimiento y goce de los políticos, aunque se esquilme a la Nación. La ciudadanía, ante todos estos despropósitos de gasto público desorbitado, tenemos que decir basta ya. No podemos seguir soportando sobre nuestros hombros, toda esta sinrazón de gasto y despilfarro públicos.
Aunque ya se ha comenzado a vislumbrar, en las Elecciones andaluzas, un atisbo de esa tendencia social por un cambio ordenado hacia una mejora en la vida política, se verá, con mucha más fuerza y contundencia, cómo el pueblo español quiere erradicar estas malas mañas políticas que desprecian al pueblo, en las muy cercanas participaciones democráticas venideras.
El nuevo CAMBIO de prácticas verdaderamente democráticas, en beneficio de toda la sociedad, es el futuro que toda España está anhelando, en sustitución de los continuos engaños, dudosa justicia en ocasiones, mentiras y malas prácticas de distracción de los dineros públicos.