Se inicia una nueva singladura, aportando nuestro humilde granito de arena, para un proyecto vivo, que será testigo privilegiado del acontecer de la capital placentina y del Norte de Extremadura, desde la cofa de esta embarcación periodística.
Esta primera singladura nos va a llevar a conocer, el por qué a Plasencia se le adjunta el nombre de capital. Capital sin complejos ni localismos, es así desde su nacimiento que siempre fue como ciudad.
Plasencia, desde su fundación a finales del siglo XII, por el Rey castellano Alfonso VIII, fundada para ser la capital de un extenso territorio y con un Fuero para regular el gobierno y administración del mismo; con límites territoriales, mucho más extensos que algunas provincias de nuestra división administrativa actual.
Poco tiempo después, fue erigida también Diócesis de la Iglesia Católica; por tanto, con capital diocesana en nuestra ciudad. También dotada de un extenso territorio diocesano para su gobierno y administración. Es por ello, desde su fundación, doblemente capital; para el gobierno y administración, tanto civil como eclesiástica.
Llevó más tiempo Plasencia de capital administrativa, unos seis siglos, que con la actual división administrativa en provincias, que data de 1830, con la Ley de Burgo, que con tan poco acierto para Extremadura dividió a la región en dos provincias, sin tener en cuenta la orografía territorial y los dos grandes ríos que dividen y cruzan de Este a Oeste nuestra región que hacen que estos territorios, al norte y sur de los mismos, sean áreas geográficas diferentes.
De todos modos nuestra ciudad, sigue manteniendo y durante más de ocho siglos la capital diocesana, así como la capitalidad natural, económica, de servicios, transportes y comunicaciones; referencia de todas las comarcas que conforman el norte de Extremadura, por consiguiente sigue manteniendo la doble capitalidad.
Por ello y desde esta cofa, lugar privilegiado para divisar el horizonte del norte regional, seguiremos comentando la actualidad y el devenir de la capital placentina. Sin complejo capitalino, porque no debemos tenerlo, aunque en otras latitudes nos miren de reojo y con intención siempre de llamarnos localistas.
Nada de nada, la división administrativa de 1830, no ha podido quitar esta doble capitalidad de nuestra vetusta ciudad, que sigue brillando con luz propia desde su fundación y con muy poquita ayuda externa.
El ciudadano que conoce la historia de su ciudad, no tiene el complejo del político que se debe más a su partido que al cargo para el que lo han elegido y teóricamente tiene que defender; pero ésta es la realidad, aunque digan lo contrario.
Es una pena que los políticos estén tan acomplejados y dirigidos por sus partidos, que les lleven a conectar, tan poco, con su pueblo y que sean incapaces de manifestar con orgullo esto que tan sencilla y claramente estoy comentando.
Nuestra ciudad, por supuesto que ha cambiado, los habitantes aumentan cada año, llegados fundamentalmente de todas las comarcas que conforman el norte de nuestra región y en todos ellos ha calado mucho más el sentido de capital. Ellos lo tienen mucho más enraizado que los propios oriundos de nuestra ciudad. Solo hay que desplazarse a cualquiera de los pueblos de estas comarcas para que pongan como referente capitalino a nuestra ciudad; ; ¿por qué?, pues porque encuentran en nuestra ciudad el complemento de servicios necesarios y en una distancia aceptable para poder cubrirlos, de una manera natural.
En cambio para los políticos, esto suena a “separatismo” “localismo”, etc… Nada de eso, el pueblo es sabio y sabe lo que hace y conoce cuál es su referente capitalino. Qué equivocados están y que faltos de conocimiento de la historia pasada y presente de esta ciudad, aunque ellos por mor de sus intereses políticos y personales, no quieren reconocerlo.
Esta ciudad, nunca fue “separatista” ni “localista”, todo lo contrario, practicó y practica la solidaridad a manos llenas (solo hay que repasar un poco la historia). Lo que los placentinos y comarcanos, que conforman el norte extremeño , demandamos de la actual administración autonómica, nacida de nuestra constitución de 1978, es acercar más la administración a los administrados; no centralizar nuevamente la administración en la capital autonómica. Para eso se votaron las autonomías, para descentralizar la administración y acercarla a los ciudadanos.
Tiempo habrá en otra singladura de otear la actualidad. Vaya en esta primera el asentamiento firme de la doble capitalidad de nuestra ciudad.