En la última década las separaciones han crecido un 72% y la separaciones triplican las uniones. Que el tema del dinero es común en una pareja lo conocemos. Se toman las decisiones consensuadamente tanto para los ingresos como los gastos, pero los desequilibrios económicos en la pareja pueden llevar a que sea un problema la gestión económica de los fondos familiares en caso de separación.
Los regímenes económicos en la pareja son de tres tipos : los dos más habituales es que o estamos en gananciales, si no hemos dicho nada a la hora de cambiar la situación económica de la pareja en su inicio o posteriormente pero con gastos; o estamos en separación de bienes si así lo hemos establecido al inicio de la relación o lo está por fueros locales, lo menos.
Sea cual sea el régimen, con sus características propias, cuando llega la hora de separar la vida económica de la pareja y ya vimos lo que teníamos que hacer con la hipoteca en el divorcio, el daño que se puede infringir es definitivo y aunque a todos nos gustaría pensar otra cosa, se convierte en un arma a esgrimir por la que el individuo “rico” de la pareja, tratará de defender con uñas y dientes sus bienes, y el “pobre”, obtener el máximo de fondos posibles.
El piso que tiene una hipoteca va a mantener, quieras o no, la unidad familiar hasta sus bodas de plata,los 25 años, nos pongamos como nos pongamos. Esa hipoteca en una pareja en gananciales, la mayor parte de ellas, impedirá que os separéis del todo económicamente.
Lo más habitual, salvo acuerdo diferente, es que a partir de ese momento cada miembro de la pareja tenga que ingresar la mitad del préstamo hipotecario para poder seguir manteniendo la vivienda familiar. No olvides que, antes o después, tu mitad será tuya y aunque solo sea por el transcurso del tiempo, revalorizada. El tiempo todo lo cura, y para cuando vayas a celebrar las bodas de plata de tu hipoteca, tendrás ahí un buen plan de pensiones en forma de liquidez en su venta.
La opción, normalmente en caso de separación de bienes, de que uno le compre al otro su parte no es mala siempre y cuando consigamos que el Banco elimine al vendedor de garantizar el préstamo hipotecario. Es decir, si conseguimos “sacar” de la hipoteca al vendedor porque, de lo contrario, puede encontrarse como avalista vitalicio sin tener vivienda. Amarra eso bien en tu Banco antes de plantear esta solución porque si no al final será un fondo buitre con el que estés hablando de préstamos.
La nómina. Aquí todo cambia. Si ambas partes tienen este preciado premio a su trabajo a fin de mes los acuerdos suelen ser más sencillos. Pero si uno de los miembros está en paro, lo que era la fuente de ingresos de los gastos comunes y la consecución de las sinergias propias del “uno más uno igual a tres”, acaban.Estás en riesgo de que uno de los miembros, se convierta en un trabajador pobre
Ahora toca repartirla en función del convenio regulador, pagar alimentos de los hijos, recibos de dos casas, la mitad de la hipoteca, un coche nuevo, porque no se puede dividir el que teníamos. La nómina no es tuya para los restos y, al menos hasta la mayoría de edad de la prole, cuenta con que con ella inviertes en tus hijos, en su futuro y en la cobertura de sus necesidades. A ello dedícale pensamientos positivos, porque tus hijos siempre serán tus hijos.
El patrimonio. Si estabas en separación de bienes, será más sencillo que si estabas en gananciales. Si tenías ahorros, si tenías una parcela para los fines de semana, un apartamento en la playa, todo eso habrá que repartirlo, reorganizarlo, reestructurarlo. Pues ha llegado el momento de empezar de nuevo, de rescatar esos planes que nunca llegaste a poner en marcha para pensar que es el momento de salir de tu círculo de confort, y retomar los proyectos que puedan convertir “ tu mitad” en el doble de nuevo.
Para todo ello, como si de una empresa se tratara, tendremos que realizar un balance y una cuenta de resultados para ver cómo gestionar nuestra nueva vida y cómo repartir la antigua.
Objetivamente, haces el balance poniendo en dos columnas tu patrimonio y tus deudas. A la derecha todas las deudas, a la izquierda, todo el patrimonio, debajo de cada columna, la suma de ambos y la diferencia entre ellas te dirá el patrimonio libre o las deuda a repartir que tenéis.
La cuenta de resultados son dos columnas con tus ingresos y tus gastos que te va a dirigir el día a día. En la columna de la derecha los ingresos, en la izquierda todos los gastos del mes. La diferencia es lo que queda cada mes y a partir de ahí, a tomar decisiones.
Dice el refranero popular que “cuando el dinero sale por la puerta, el amor sale por la ventana”, y esta crisis ha hecho que muchas puertas hayan dejado escapar mucho dinero. Sé inteligente en una lucha de separación nadie gana y menos cuando perjudica el patrimonio de dos personas que lucharon un día juntos por conseguirlo. Así que no te olvides que lo que no son cuentas, son cuentos y que más vale un mal acuerdo que un buen pleito.