Lentejas y Libertad
Emilio Hernández ha creado una versión del clásico de Aristófanes que bien la podían firmar los partidos como ‘Podemos’, el movimiento ’15M’ o ‘Campamento Dignidad’. Con peticiones y exigencias que ya existían hace 25 siglos y que vuelven cada lustro para mostrar las vergüenzas del ser humano. ‘Pluto’ es una comedia dramática, porque exhibe las necedades del poder político y las consecuencias de sus malas acciones entre los ciudadanos que menos tienen.
Javier Gurruchaga y Marco Rasa han creado los cimientos de un montaje sólido. Sin su música y sus composiciones la obra quedaría coja. Es quizás, junto con el coro de máscaras, el pilar que sustenta el espectáculo. Y que recuerda a aquellas composiciones que también enamoraron al espectador en los años ’90 con ‘Quo Vadis?’. La música en directo y las interpretaciones de Gurruchaga, con su estilo tan alocado, dotan al montaje de distinción, incluso más allá del texto, que en algunos momentos se convierte en una retahíla de obviedades políticas.
El montaje sufre varios altibajos en cuanto al ritmo. Jorge Roelas, Marcial Álvarez y Ana Labordeta, junto con el protagonista, presentan varias escenas con ritmo. Algo más lejos de sus compañeros se encuentran Marisol Ayuso y Juan Meseguer, cuyos fragmentos, por momentos se hacen tediosos.
La obra, más que la carcajada por continuos gags, es un evidente “ya te digo!” ó “y tanto!” a cada una de las reclamaciones sociales que se realizan. El público asiente cuando el pueblo ‘preferido’ y los pobres reclaman lo que creen justo. Y desde ahí hay un alarde de lucha de clases, comunismo, incluso de feminismo exacerbado. Como toda comedia clásica (hay algunos montajes recientes en ediciones pasadas que no han caído en esto), la sexualidad y las flatulencias tienen su papel principal. Dos momentos de aplausos entre el público ocurren cuando Sergio Otegui enseña su gran pene y cuando el pueblo responde a su felicidad de obtener riqueza con un peo comunitario. Algo que personalmente dice mucho de las exigencias de un público que quiere reírse y olvidar sus problemas. Cada cual que haga su propio análisis.
Excelente el papel del Coro de Máscaras. Todo el cuadro artístico forma parte de él. Una genialidad de la directora, Magüi Mira, que evita cortes innecesarios en el transcurso del montaje y lo dota de ritmo. El coro atrapa, las màscaras van marcando cada acto y se mueven por el escenario del Teatro Romano de Mérida como la seda. Es el coro quien narra, y es desde el coro cuando aparecen los personajes principales de la obra.El momento culmen con la canción ‘Lentejas y Libertad’ que resume en dos palabras todo el montaje: la petición de comida y libertad para cada ciudadano. (Yo la cantaría incluso en la mitad del montaje porque tiene algo que engancha y conecta).
Javier Gurruchaga es un showman, esto es una obviedad. Pero la manera de interpretar y cantar no deja a nadie indiferente, y vende su papel(en este caso sus dos papeles) como si le fuera la vida en ello, y eso el público lo agradeció con la mayor ovación del estreno. El montaje tiene previsto girar por varios teatros españoles. No se le va a recordar como una comedia que desató carcajadas cada instante, pero sí como un espectáculo cuajado de crítica política y social, y que nos muestra en clave de humor, cómo los problemas del 2014 no los sufrimos de nuevas, sino que son endémicos al ser humano. 