El juez de la Audiencia Nacional Santiago Pedraz ha soliviantado a la margen derecha del revuelto río patrio. Ese “pijo ácrata” ha osado archivar la causa contra los supuestos ocho promotores de la protesta del 25S, ‘Rodea el Congreso’, al considerar que no cometieron delito alguno contra las altas instituciones del Estado, porque no hubo intención de entrar en la Cámara Baja ni se alteró el pleno de ese día ni se impidió la salida de los diputados.

Es más, en su “indecente” auto, el desmelenado togado carga contra la policía por criminalizar el descontento social y exagerar a priori la gravedad de la convocatoria. De hecho, recuerda que la delegada del Gobierno en Madrid, Cristina Cifuentes, autorizó tres manifestaciones relacionadas con el 25S, lo que deja claro que “la gravedad aventurada por la policía no era tal”. Luego, tras los disturbios del 25S, Cifuentes abogó por “modular”(eufemismo de restringir) el derecho de manifestación porque la capital se ha vuelto inhabitable pues ha sido escenario de más de 2.200 protestas en lo que va de año. ¡Como si aliviando su síntoma febril más evidente, se curara el malestar general! Muerto el perro no se acaba la rabia, señora Cifuentes.

De momento, Rajoy no ha sucumbido a ese canto de sirena de resonancias wagnerianas. Y mira que el ministro del Interior, Jorge Fernández -el que calificó de “magnífica” y “ejemplar” la actuación de los antidisturbios durante el 25S, corriendo un tupido velo sobre su irrupción a porrazo limpio en la estación de Atocha-, le ha tironeado de la manga ancha para que castigara en la reforma del Código Penal hasta la resistencia pasiva. Afortunadamente, Rajoy no ha querido ponerse la camisa negra o azulona e ir tan lejos.

Pero lo que más ha encendido a la margen derecha e, incluso, a parte de la izquierda es que Pedraz llegara a justificar el 25S por la “convenida decadencia de la denominada clase política”. Uy, cómo se puso esta, de uñas, porque eso sí que fue meter el dedo en la llaga. Que se ande con cuidado su señoría, que ya se ha convertido en una piedra en el zapato derecho y en la nueva diana de los mismos que liquidaron la carrera judicial de su amigo Garzón: el ultraderechista sindicato Manos Limpias.

Cierto es que el “exceso literario” de este juez aparte es un juicio de valor sin fundamento jurídico, pero fundamentado en los últimos barómetros del CIS, que reflejan el creciente cabreo de los españoles con sus políticos. Eso es lo que debería preocupar a estos: por qué, pese a, incluso, haberlos votado, cada vez más gente considera que ya no la representan y grita “democracia real ya” y “que se vayan todos”. Quizá sea porque ven como el Congreso, la casa del pueblo, se ha convertido en una institución casi tan decorativa como la Corona que se limita a ratificar y sancionar lo que el Gobierno decreta. Quizá sea porque sus elegidos en las urnas les han mentido e incumplido sus promesas. Quizá sea porque los consideran marionetas de don Dinero y cómplices, por acción u omisión, del golpe de Estado silente perpetrado por este acaudalado Tejero, que a punta de deuda, nos han mandado a todos al suelo. Ese, y no el 25S, es el nuevo 23F, señora Cospedal.

 (Publicado en el diario HOY el 7/10/2012)