Las elecciones europeas han evidenciado el cabreo de los ciudadanos con la casta política que se turna en el poder durante esta tercera restauración borbónica. Ocho de cada diez españoles con derecho al sufragio no han votado a PPSOE, vistos como las dos caras de la misma moneda marcada. Y más de la mitad ni siquiera ha votado, signo del poco interés de la mayoría por un elitista proyecto europeo poco interesado en ella. Eso explica el ascenso electoral en la UE de fuerzas ultranacionalistas y xenófobas o que claman una Europa más social; es decir, de la extrema derecha y la extrema izquierda. «In medio stat virtus, quando extrema sunt vitiosa (La virtud está en el medio, cuando los extremos son viciosos)», Horacio dixit. Ay, pero cuando el medio es vicioso, la plebe busca la virtud en los extremos.
El caso palmario es el éxito de Podemos. En tiempo récord, la formación que lidera Pablo Iglesias, forjada al calor del 15M, ha canalizado en las urnas la indignación de un millón largo de españoles y ha hecho temblar la partitocracia. Sorprende que haya enervado más a los peperos, pese a que se ha nutrido de desencantados con el PSOE e IU, que aspiraba a sobrepasar a los socialistas y casi es sobrepasada por Podemos por alejarse de la calle cuanto más se ha acercado al poder (como en Extremadura). Gracias a la eterna división de la izquierda, el PP volvió a ganar, pero su victoria fue pírrica y ve peligrar la poltrona en los próximos comicios. Conscientes de ello, se han multiplicado las voces en IU, otras fuerzas progresistas e, incluso, entre las bases socialistas que piden armar con Podemos una suerte de frente popular. Veremos si les dejan sus castradores aparatos. Por lo pronto, mal va el PSOE convocando un congreso extraordinario para designar al sucesor de Rubalcaba y relegando las primarias abiertas ‘sine die’.
Mas, ¡ojo!, Podemos corre el riesgo de caer en los mismos vicios si traiciona su vocación horizontal y persiste en un proyecto personalista, en el que la organización se confunda con su líder, como en UPyD. Podemos ha exprimido ‘ad nauseam’ la presencia mediática de Iglesias, sabedora de la importancia de la imagen en esta sociedad en que todo es vodevil. Pero mal haría en tomar como referentes movimientos caudillistas como el chavismo (la eminencia gris de Podemos, Juan Carlos Monedero, fue asesor de Hugo Chávez) que se basan en el culto a la personalidad de sus «amados líderes» más allá del ideal que encarnan. Como advierte el protagonista de ‘V de Vendetta’ (la película), con un hombre se puede acabar, «pero 400 años más tarde los ideales aún pueden seguir cambiando el mundo». V se esconde tras una máscara, la del conspirador inglés Guy Fawkes (ejecutado en 1606), símbolo de los indignados, y bajo ella «hay algo más que carne y hueso, hay unos ideales y los ideales son a prueba de balas». Bien lo sabe el subcomandante Marcos, cabecilla de los zapatistas, que ocultaba su identidad tras un pasamontañas. Retirado hace años de la escena pública, reapareció hace unos días para anunciar la muerte de su personaje y su resurrección en el subcomandante Galeano, mote de un maestro zapatista asesinado. «Al asesinarlo a él o a cualquiera de los zapatistas los de arriba querían asesinar al EZLN», señaló. Por eso pensaron que debía morir Marcos para que Galeano viva. Moraleja: el ideal debe estar por encima de la persona que coyunturalmente lo represente. Toma nota, Pablo.
(Publicado en el diario HOY el 1/6/2014)