Entre nuestros políticos, el que no corre, vuela. Y los hay que volando van, volando vienen y por el camino ellos se entretienen; ‘enamoraos’ de la vida que a veces duele. Sí, porque duele, y mucho, que a uno le metan la mano en los bolsillos para que otros cuando tienen frío, busquen candela a mi cuenta y la de ustedes. Luego les molesta que les llamen «casta», pero se lo han ganado a pulso.
«Casta», por cierto, es un «significante vacío» que lo mismo vale para un roto que para un descosido y que Podemos ha llenado con éxito con el significado peyorativo de «clase o élite política». No es un invento del ‘coleta’ y sus camaradas. El propio Pablo Iglesias ha explicado que ese sentido se lo dieron los periodistas de investigación Sergio Rizzo y Gian Antonio Stella en su libro ‘La casta’, publicado en 2007, en el que airean los privilegios, prebendas, corruptelas despilfarros, abusos, etc. de los políticos italianos. Casi dos años después, el periodista español Daniel Montero publica una obra de igual título, ‘La casta’, con dos elocuentes subtítulos: ‘El increíble chollo de ser político en España. Derroches, comilonas, regalos y privilegios inconfesables’.
El libro de Montero desnuda a nuestra clase política y la deja con las vergüenzas al aire, detallando, con profusos datos, cuánta factura nos pasan constantemente nuestros representantes. Entre otras muchas cosas, nos revela que los sueldos de los políticos elegidos en las urnas (casi 80.000) nos cuestan unos 720 millones de euros al año. También revela que los diputados y senadores, entre pitos y flautas, cobran más de 4.500 euros al mes. Es más, pueden utilizar a su antojo con cargo a las arcas del Estado aviones, trenes o barcos, y sin tener que justificar los gastos ni rendir cuentas. Como dice Montero, «la Casta, en España, es un grupo depredador, codicioso, que guarda sus secretos con un evasivo recelo», por lo que «es imposible conocer sin filtraciones» cuánto gastan sus señorías en teléfono móvil, gasolina, regalos, mantener sus despachos o viajes en avión. Por tanto, nuestro barón rojo no es una excepción, sino un botón de muestra de la política de altos vuelos que practican nuestros ‘cortesanos’.
Más de un siglo antes, el senador vitalicio italiano Gaetano Mosca destripó a la «clase política» en su obra ‘Teorica dei governi e governo parlamentare’. La define como una minoría organizada que detenta el poder frente a las masas, a las que manipula por medio de la «fórmula política», un conjunto de ideales y esperanzas que sirven para justificar la necesidad de ser gobernados. Según Mosca, dicha minoría controla el Estado incluso en una democracia, que considera útil como método de selección de élites. Para Mosca, el descontento popular puede provocar el derrocamiento de una élite y su sustitución por otra que surgirá inevitablemente de las masas. Mosca nunca creyó en la efectividad del sufragio universal por considerar que se basa en la falsa creencia de que los electores eligen a sus representantes, cuando la verdad es que el representante se hace elegir por ellos. Por ende, la nueva élite acabará ejerciendo el poder en nombre del pueblo, pero sin el pueblo, aunque a cuenta del pueblo. Un aviso para navegantes que aún creemos que podemos.
(Publicado en el diario HOY el 16/11/2014)