«El titán Prometeo, el previsor, ha vuelto a perder. Soñaba con una nueva edad dorada en que la humanidad viviera de forma armoniosa. Engañó a los dioses para proporcionar a los hombres los medios con que ganarse la vida. Pero los dioses se han vengado, lo han encadenado y saldrán reforzados de la crisis. Han camelado a su hermano, el socialdemócrata Epimeteo, el que reflexiona tarde, para que acepte un envenenado regalo: Pandora, la que da todo. Prometeo le advirtió que no aceptara presentes de los dioses, pero Epimeteo no le escuchó fascinado por el atractivo de Pandora. Ésta abrió la caja que contenía todos los males y los liberó. Es la gran tragedia griega, española, universal. Al menos, logró cerrarla justo antes de que la esperanza saliera».
Así concluía el zurdazo titulado ‘La caja de Pandora’, que publiqué hace más de cuatro años, en mayo de 2010, cuando Grecia estaba que ardía por las draconianas medidas de ajuste que le exigía la troika formada por la Comisión Europea, el BCE y el FMI a cambio del rescate, y Zapatero, ahogado por el déficit y la deuda, bajó la cerviz ante la canciller de hierro Angela Merkel y anunció el mayor recorte social de la historia de España, que luego superaría Rajoy con creces.
En cambio, el pasado 25 de enero, apoyado por la esperanza depositada en él por un numeroso y hercúleo coro de suplicantes griegos con hambre y sed de justicia, el rebelde Prometeo Tsipras ganó y anunció a los cuatro vientos que romperá las cadenas que le mantienen sujeto a la enorme roca de la deuda. Los dioses del Olimpo capitalista temblaron. El orgulloso Zeus, reencarnado en la teutona Angela de la muerte, avisó que no se le puede chantajear y mandó a su Hermes holandés a pararle los pies al atrevido titán, al ladrón de fuego que libró a los mortales helenos de ser aniquilados y bajar al Hades. Prometeo envió a hablar con el emisario de Zeus a su Solón particular, el heterodoxo economista Yanis Varoufakis, quien le despidió con cajas destempladas. El Hermes holandés, guardián del euro, le reclamó cordura y le advirtió: «Si no haces caso de mis palabras, mira qué tempestad y triple oleada de males inevitables se te viene encima». Prometeo y Varoufakis no tienen miedo, pretenden seguir los pasos de Solón, uno de los siete sabios de la Grecia antigua que hace 2.600 años puso los cimientos de la democracia ateniense y abolió algunas de las leyes del severo Dracón. Una de las primeras medidas que tomó como arconte (gobernante de la ciudad) fue la ‘seisachtheia’ o «supresión de cargas», consistente en condonar las deudas contraídas por los campesinos, que recuperaron las tierras embargadas. Asimismo, derogó la ley según la cual era posible cobrar deudas esclavizando al deudor y sus familiares.
El final de esta tragedia aún está por escribir. Veremos si acaba como el ‘Prometeo liberado’ de Esquilo, que terminó por llegar a un acuerdo con Zeus, o como el ‘Prometeo liberado’ del poeta romántico inglés Percy Bysshe Shelley, en el que el libertario titán no aceptó componendas y derrocó al olímpico tirano e instauró una nueva era de felicidad, libertad y fraternidad, o como ‘Frankestein o el moderno Prometeo’ de su esposa, Mary Shelley, o como ‘Prometeo mal encadenado’ de André Gide, en el que Zeus es un arbitrario y millonario banquero que disfruta regalando dinero a unos a cambio de hacer sufrir a otros.
(Publicado en el diario HOY el 1/2/2015)