Anda Pedro Sánchez como el rey espartano Leónidas en vísperas de la batalla de las Termópilas. Antes de entrar en combate, los espartanos consultaron el oráculo de Delfos y la respuesta fue: «Mirad, habitantes de la extensa Esparta, o bien vuestra poderosa y eximia ciudad es arrasada por los descendientes de Perseo, o no lo es; pero en ese caso, la tierra de Lacedemón llorará la muerte de un rey de la estirpe de Heracles. Pues al invasor no lo detendrá la fuerza de los toros o de los leones ya que posee la fuerza de Zeus. Proclamo, en fin, que no se detendrá hasta haber devorado a una u otro hasta los huesos».
En plata, o bien Esparta perdería a su rey durante la batalla, o bien sería conquistada. Y en una encrucijada similar parece que se halla el PSOE. Si Sánchez decide coger el toro por los cuernos o lo que es lo mismo, la mano tendida por el ateniense Pablo Iglesias, puede acabar despeñándose en una misión que la gerusía de su partido califica de «suicidio». Si decide cruzarse de brazos y dejar que el persa popular gobierne, como le aconseja la pitón de Felipe González, el PSOE puede acabar pasado por la izquierda y conquistado por los podemitas en la próxima cita con las urnas, como le ocurrió al Pasok griego.
Muchos votantes socialistas no perdonarían al partido de sus amores que perdonara la corrupción del PP, lo mismo que es la corrupción del PSOE la que ha empujado a millones de sus votantes en brazos de Pablo Iglesias el joven. El ‘coletas’, que de bendito no tiene un pelo, ha visto la llaga abierta en el partido que fundó su homónimo y no ha dudado en meter el dedo, sabedor de que escocería, ofreciendo un regalo envenenado a Sánchez.
Pedro ‘el breve’ ha repetido ‘ad nauseam’ que no dejará gobernar al PP ni por activa ni por pasiva ni con Rajoy ni sin él, pero lo tiene muy difícil para formar un gobierno alternativo. Para ello, mira a izquierda y derecha, pero Podemos y Ciudadanos están empeñados en no entenderse, quizás porque aspiren a darle el abrazo del oso si se repiten los comicios. Iglesias lo ha puesto contra la espada y la pared: o conmigo o sin mí, pero nadie más (salvo Alberto Garzón, que sería el convidado de piedra). Pero Albert Rivera tampoco le deja muchas opciones, pues se comporta como el perro del hortelano tanto con PP como con PSOE.
Como le ha advertido su colega catalán Miquel Iceta, haría bien Sánchez en mirar también a su espalda. No faltan entre sus filas Efialtes, el tipo que traicionó a Leónidas en las Termópilas. Haga lo que haga Sánchez, si la caga, la gran beneficiada sería la reina socialista con la que ‘de facto’ comparte mando, Susana Díaz, que terminaría por asumir todo el poder; pues no nos engañemos, actualmente el PSOE es una diarquía, como Esparta.
La coronación de Díaz como monarca absoluta socialista podría producirse en mayo, antes incluso de la eventual repetición de las elecciones generales. Los socialistas elegirán su secretario general el 8 de mayo a través de primarias y celebrarán su congreso los días 21 y 22, como pedían los barones, quienes hacen las veces de los éforos espartanos en el partido y contrapesan el poder de la gerusía y de los reyes, aunque la mayoría se inclina más ante la reina que ante el rey. Y Díaz no se fía un pelo del arrogante Iglesias, le seduce más el principito Rivera y no hace ascos a prestarle vasallaje pasivo al persa.
(Publicado en el diario HOY el 31/1/2016)