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Beatriz Acosta

El tragaluz ibérico

Nueve cobijos subterráneos emocionantes.

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Porque todo en el mundo es bello eternamente, y cada instante tiene su inefable emoción.
Rafael Lasso de la Vega

El maravilloso mundo de ‘un sentimiento a flor de piel’, del que extraemos un símil:
La cueva es la timidez donde se cobija el instinto de las emociones.

De referencia al símil.
La timidez, el mayor arma de seducción. Cobijarse, el mejor terreno de reflexión. Las emociones, la máxima potencia del ser humano. Y una cueva, la perfecta ocasión de conocer la naturaleza en todo su esplendor.

No hay tiempo que perder. Nueve secretos subterráneos que visitar de Ávila a Huelva, hasta Nerja, para subir a Extremadura y seguir escalando a Cantabria; volar a Mallorca y a Menorca, para tomar un avión hasta Lanzarote. Todas ellas, unidas a demás enredos que ofrecen los destinos más afortunados de la naturaleza.

Cueva, gruta o guarida. Una cavidad natural del terreno causada por algún tipo de erosión de corrientes de agua, hielo o lava. En cualquiera de sus formas y extensiones, es parte de ese universo extraordinario. De ese universo despegamos para cobijarnos en ese haz de luz que inunda las nueve cuevas elegidas. Vivir la oscuridad de sus brechas. Sentir la humedad de su interior. Observar la luz entre sus escondites. Descubrir el paso del tiempo en sus formaciones. Recorrer con la mirada cada logro de la naturaleza. Hacer de su belleza, tu máximo recuerdo.

Innumerables impresiones las que desprenden. Nueve, que dan rienda suelta a la imaginación. Nueve, que se abren a El Tragaluz para no dejarlas escapar por más tiempo. Nueve, que debes apuntar en esa lista de cosas que debes ver antes de morir.

Ávila provincia, es dueña y señora de la primera sensación. Ramacastañas es su ubicación exacta, aunque Arenas de San Pedro es de mayor referencia. Ambos pueblos se asientan en el valle del Tiétar, donde encontramos las Grutas del Águila. Una maravilla. En una zona caliza bastante extensa, que dado su terreno, el tiempo y la abundancia del agua, han modelado el paisaje de las entrañas de la tierra abulense. De estalactitas y estalagmitas, de multitud de colores donde predomina el blanco. Donde la luz hace de las suyas, demostrando la inmensidad de la gruta. Es verdaderamente un espectáculo. Invita a la imaginación de figuras, dadas por sus formaciones de caliza. Tiene un recorrido de unos 1000 metros, lo que se resume en 30 minutos. visitas en grupos, en horarios de mañana y tarde.

El Hostal El Cerro en Pedro Bernardo, a escasos kilómetros de las grutas, será un buen lugar para el descanso. Muy acogedor, lleno de mimos y detalles.

Andalucía y su sur más Oeste y Este, se adueñan de dos próximas hermosuras. Huelva y su pueblo de Aracena en Sierra Morena, son testigos de la Gruta de las Maravillas. Se encuentra ubicada en pleno casco urbano, con un recorrido de 1.200 metros, en el que podrás visitar doce salas divididas en dos niveles diferentes (pues el tercero no es accesible al público). La visita se realiza en grupos guiados, con una duración aproximada de 45 minutos. De gran inmensidad. Además, de Aracena hay que exprimir su monumentalidad, pues posee un Castillo, la iglesia gótica de Nuestra Señora de los Dolores del siglo XIII, las iglesias mudéjares, la plaza Alta y la espléndida arquitectura popular serrana. Es todo ello un conjunto perfecto para llevarse en el bolsillo el paso de los años, gracias a la historia y a la naturaleza.

En el pueblo podrás hospedarte en el Hotel Convento Aracena, pero hay también una bonita opción en Alájar, una pequeña villa de la zona, que ofrece su Posada Finca La Fronda, es realmente un entorno envidiable.

Y al Este andaluz, entre malagueños, encontramos la Cueva de Nerja. Tiene una belleza casi incomparable: su proximidad al mar, pues tan sólo 1km la separan de la línea de costa. La acción conjunta de las aguas subterráneas junto a los cambios climáticos, dieron lugar a la evolución de esta cueva en el 1959. Alcanza los 4.800 metros, y fue declarada Bien de Interés Cultural, y con razón. Su entorno inmediato es el pueblo de Maro, perfectamente conservado, en lo que a su arquitectura se refiere. Así como los acantilados y las playas de Nerja y Maro, que son Paraje Protegido. Nerja es el llamado Balcón de Europa, pues juntos a los demás pueblos de la comarca, se posicionan de forma escalonada desde el mar a la montaña.

La recomendación del Hotel Puerta del Mar y el Hostal Don Peque, ambos en Nerja, ofrecen un perfecto descanso, entre espacios muy coquetos y dedicados al huesped.

Una maravilla geológica del mundo subterráneo: es la definición de esta siguiente joya extremeña. Cueva del Castañar, su nombre. La villa cacereña de Castañar de Ibor, su localización. De tratamiento kárstico, con un desarrollo laberíntico, superior a los 1.000 metros. Es todo antigüedad, ya que se trata de rocas de más de 500 millones de años. Pero lo más potente es su ornamentación interior: techos, paredes y suelos de sus salas son verdaderamente únicos. Declarada Monumento Natural por la Junta de Extremadura. Actualmente está cerrada a las visitas turísticas, mientras se realizan los estudios científicos necesarios para determinar las condiciones de apertura garantizando la preservación de su frágil equilibrio ambiental. Pero su riqueza va más alla, porque goza de un entorno precioso, dado por las comarcas que la rodean: las Villuercas y los Ibores, dos de las zonas con mayor atractivo de Extremadura. Cuentan con una excepcional belleza en sus paisajes naturales, con ríos cristalinos, bosques de castaños y de robles, olivares, dehesas de alcornoques y encinas.

Para descansar la distancia es mayor que en anteriores ocasiones, pero eso será lo mejor. Guadalupe nos espera en su magnífico Parador, desde el que recorrer las zonas rurales que se pasean en todo el trayecto desde Castañar de Ibor. Y como segunda opción, Berzocana, un pueblo pequeñito, que acoge la Casa Rural Finca La Sierra, en un enclave fantástico y con inmejorables cuidados.

Cantabria, por partida doble. Dos bien distintas. Dos de tremenda fama. Valdáliga y Santillana del Mar, sus correspondientes hogares. En ellas, podemos hallar múltiples diferencias. La primera, las Cuevas El Soplao, está íntimamente ligada a la actividad minera, y alberga 20 kilómetros de longitud total, aunque sólo 4 están abiertos al público. Está considerada una de las grandes maravillas de la geología. Original y a reventar de emociones. Hay una parte del recorrido en un tren minero, para después disfrutar del interior y sus salas, de su iluminación, de los coloeres y efectos acústicos. Una hora completa para el recuerdo.

Pero no menos importancia merece la segunda prometida. Su presentación siempre es aclamada, deseada y entusiasta. No puede ser otro cobijo de la naturaleza que el de las Cuevas de Altamira. Ese tesoro que conserva uno de los ciclos pictóricos y artísticos más importantes de la Prehistoria. Transmite historia por todos los poros. De dimensiones reducidas pero que en la época Paleolítica contaba con una amplia zona donde se desarrollaba la vida cotidiana de los cazadores. Hay un ‘pero’ en su belleza y es la fragilidad del arte rupestre, por la que siempre han existido riesgos para la conservación de las pinturas. Patrimonio de la Humanidad, por supuesto. Hoy en día se pueden volver a disfrutar, pero a pequeños pasos. Sólo cinco personas por semana podrán entrar y contemplar las pinturas. Las visitas serán aleatorias, se harán hasta el mes de agosto y durarán 37 minutos. Un lugar donde descubrir el inicio de nuestra historia a través de una de las más extraordinarias creaciones artísticas, el primer arte de la Humanidad.

Dos magníficas obras del paso del tiempo. Nos llevan a contemplar, además, un paisaje y una tierra cántabra muy valorada. De la que debemos disfrutar en dos tramos. Primero en la zona de interior, y serán la Posada los Taranos y el Hotel Palacio Guevara, los encargados de ofrecer ese descanso especial para exprimir los días entre las más bellas rutas del norte peninsular. Segundo, Santillana del Mar, villa medieval desde la que conocer enclaves costeros y montañosos como las villas marineras de Comillas y San Vicente de la Barquera o los Picos de Europa en la comarca de Liébana. Mucho por ver. El Hospedaje Villa Pilar y el Complejo San Marcos Posada Spa nos harán de guía y de estancia de paz para reponer fuerzas en el viaje.

Ahora llega la hora de abandonar la península. Volar hasta las islas más preciadas. Mallorca y Menorca, y Lanzarote para rematar.

Manacor es el lugar afortunado de acoger las Cuevas del Drach. Muy cerca de Porto Cristo, podrás disfrutar de éstas, un conjunto de cuatro perfecto. Cueva Negra, Cueva Blanca, Cueva de Luis Salvador y Cueva de los franceses. Son 25 metros de profundidad, sumados a los casi 2 kilómetros y medio de longitud. En ellas, un gran lago subterráneo se esconde, el Lago Martel, uno de los mayores del mundo. Bien de Interés Cultural y Patrimonio Histórico de España, un dos en uno. En Manacor nos ofrece una finca preciosa, de tremendas vistas, y donde el descanso está asegurado: Sos Ferres D’en Morey. Y también tendremos la opción de hospedarnos en Agroturismo Son Burgues, ubicado en el pueblo de Petra, a poquitos kilómetros de las Cuevas. En éste, disfrutarás de una casa llena de mimos, ubicada en una colina con un paisaje de aúpa, con un dueño entrañable.

Pero las Baleares aún están por descubrir. Y aunque no se trate de una cueva en toda su dimensión, es el turno de una muy muy especial. En Menorca. Un lugar de esos en los que el atardecer nos endulza la mirada. Cova d’en Xoroi, es su denominación. Es como tocar el mar. Una sensación de tranquilidad. De lo más espectacular. En un acantilado de la costa sur de la Isla, en la urbanización de Cala’n Porter. Tiene terrazas y miradores a diversas alturas. Por el día es un bar musical, y en la noche se convierte en una discoteca. Dos bonitas recomendaciones de descanso son Sa Barrera y el Hotel Playa Azul, en Cala’n Porter, para vivir un sueño en Menorca.

Lanzarote, esa isla volcánica que hace unos 5000 años sufrió la erupción del Volcán de La Corona, nos trae hasta El Tragaluz una de sus joyas más preciadas. Gracias a ese volcán surgieron dos armas de seducción de la isla canaria: los Jameos del Agua y la Cueva de los Verdes. Sus fotografías son para enmarcar. Y es la Cueva de los Verdes la que viene a sumar aquí la novena escena que da cobijo a las emociones. De un interior a todo color, de iluminación preciosa, de recovecos inimaginables. Ubicado en el norte de la isla, en Punta Mujeres, de acantilados y paisajes imparables. Cualquier hospedaje será perfecto, lleno de espacios abiertos, piscinas y vistas al mar para disfrutar por dos de esta canariona.

Cuevas que se convierten en sueños.
Cobijos del paso del tiempo.
Reflejos de la naturaleza.
Emociones que aún están por descubrir.

Cada cual tiene la edad de sus emociones.
Anatole France.

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Sobre el autor

Madrileña y extremeña: un 'dos en uno' inseparable. Periodista y dirección hotelera. Con mil ojos en el mundo del turismo para dar a conocer lo mejor de aquí y de allá. Música para vivir con más intensidad. Sonrisa, siempre. Ganas e ilusión, también. Twitter:@beibaf


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