AL PRINCIPIO Dios creó el cielo y la Tierra, y dejó para más adelante el resto del universo. Después separó divinamente las tinieblas de la luz, aunque con el tema de las penumbras, los matices y las medias tintas procrastinó un poquito. Luego se sacó de la manga la noche y el día, pero aparcó lo de los amaneceres y las puestas de sol. Llenó de peces las aguas y de aves los cielos, y pasó de crear al hombre hasta el sexto día. Agotado de tanta creación, se tiró el séptimo día en un spa del Edén, y ya el día 8, fresco como una rosa recién creada, miró su obra inacabada y decidió que había que ordenar aquel caos y poner en marcha el Universo cuanto antes y con toda la eficacia del Mundo. Y se convirtió en mujer.