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Carlos Pajuelo

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Qué podemos hacer contra el acoso entre niños

Niño de 11 años es agredido por compañeros de clase en el Colegio Suizo de Alcobendas (Madrid); imágenes grabadas con un teléfono móvil

Niño de 11 años es agredido por compañeros de clase en el Colegio Suizo de Alcobendas (Madrid); imágenes grabadas con un teléfono móvil


“¡Niño, tienes que aprender a defenderte!” Esto es lo que Teresa le dijo a su hijo Luis, con una expresión mitad enfado mitad decepción, cuando vio que su hijo salía del colegio con la cara decorada por un círculo con todas y cada una de las piezas dentales “del  Jonathan” de turno. Sin embargo, la madre “del Jonathan”, cuando la maestra se lo contó, dijo que “eso son cosas de niños” y lo dijo sonriendo.

Los padres, por lo general,  sólo estamos  preocupados con el tema del acoso escolar cuando nuestros hijos son las víctimas y en esa situación estaría bien utilizar una forma de actuar que ayudara a nuestros hijos.

En primer lugar me gustaría dejar claro que ser víctima de acoso, de cualquier acoso,  es ser doblemente víctima, por un lado víctima de la agresión del que te muerde, te insulta, te tira los libros o la sudadera al suelo, te humilla, te extorsiona, te pega; y por otro lado, víctima de la incomprensión de los que te rodean(padres, profesores, compañeros)  que consideran que algo has hecho (¡hijo, no seas pavo!) o algo no has hecho para evitar esta situación.(“¡defiéndete!”) Esto crea un círculo vicioso en el que al final la víctima se ve encerrada entre la agresión de unos y la incomprensión de otros.

¿Qué podemos hacer los padres? Yo repito hasta la saciedad que los padres somos ejemplos andantes que nuestro comportamiento es lo que nuestros hijos ven y lo que nuestros hijos ven es lo que nuestros hijos hacen.

Hay que abordar el tema del acoso escolar de manera abierta con nuestros hijos y no esperar a que presenten síntomas de acoso para intervenir. Les enseñamos a cruzar la calle antes de que los atropelle un coche, pues con el resto de situaciones que puedan resultar dañinas para nuestros hijos hay que actuar igual.

Hay que anticipar determinadas conductas que se dan, por desgracia, en las relaciones grupales, nuestros hijos tiene que saber que se van a encontrar con compañeros o compañeras que ponen motes, que dan collejas, que insultan, etc. Y les tenemos que enseñar que hay chicos que ante esta situación responden de la misma manera, insulto por insulto, colleja por colleja. Que hay otros que se callan y se asustan y entonces lo que reciben es doble dosis de insultos y collejas y por último chicos que cuando les ocurre esto buscan ayuda en sus padres y en sus maestros para resolverlo. Y en este momento le dices que esta es la mejor forma de actuar.

Y  si un día viene y te habla:

1.- Escucha a tu hijo, escucha cómo se siente, ayúdale a que exprese sus sentimientos.  Para escuchar hay que estar callado.  Callados aunque te parezca que es algo que no tiene importancia porque para él si lo es. Escuchar a los hijos con la boca cerrada y los oídos abiertos. Ya habrá tiempo de hablar. Escuchar no es la solución pero es el principio de una buena solución.

2.- Ponte en el lugar de tu hijo para entender su malestar, su sufrimiento para que sienta que comprendes lo que le ocurre. Repetirle con sus mismas palabras lo que tu hijo te ha dicho. Hacerle sentir que es normal que se sienta como se siente y decirle “si a mí me pasara eso creo que me sentiría como tú”. Pero…

3.-… inmediatamente hay que generar  la idea de que algo podemos hacer, tú como hijo y nosotros como padres, para que mejore y/o cambie esta situación. Buscar ideas sobre cómo podemos actuar puede hacerle sentir que puede tener control sobre lo que le sucede.

4.- Actuar. Llegado este punto hay que trazar un plan, que obviamente va a depender del tipo de acoso, de su magnitud, de la edad de los niños, etc

a.- la mejor actuación es lograr que nuestro hijo sea capaz, por si solo, de afrontar esta situación. Para ello darle confianza y apoyo.Hazle sentir que dentro de él hay fuerza y coraje para afrontar lo que la vida le depare. (Yo aprendí hace ya mucho tiempo de un niño de 5 años al que sus compañeros de clase le llamaban gordo, le daban collejas y cada vez que algún niño le hacía alguna trastada el entrelazaba los dedos de sus manos, giraba las manos y enseñando las palmas flexionaba sus brazos en dirección a los niños. Me llamó la atención porque lo hizo tres o cuatro veces. Me acerqué a él y le pregunté por qué hacía eso y me contesto con una seguridad aplastante, cuando me hacen algo que no me gusta se lo devuelvo y digo en bajito “rebota, rebota que en tu culo explota”.¡ Si vierais la de veces que cruzo las manos sonriendo desde entonces!)

b.- el siguiente paso consiste en ponerlo en conocimiento del colegio. Solicitar la ayuda del profesorado no es trasladar la solución de este problema a la escuela es simplemente buscar colaboración y ayuda sobre cómo podemos intervenir conjuntamente. A veces la intervención del profesorado es suficiente porque además de prestar apoyo directo en la clase pueden y deben notificar a las familias de los niños acosadores lo que está ocurriendo.        Cuando se dice “son cosas de críos” y lo dicen otros padres lo que hay que contestar es que si, que son cosas de críos pero responsabilidad de sus padres. Y en esto estoy muy convencido de que los padres tenemos total responsabilidad de las conductas acosadoras de nuestros hijos, en unos casos por acción y en otros, demasiados, por omisión.

Lo que creo que no es solución es cambiar a los chicos acosados de centro, a los que hay que cambiar son a los acosadores.

c.- En último lugar si con las medidas que se toman en el ámbito familiar y escolar no es suficiente y continúa la situación de acoso, no queda más remedio que utilizar la vía judicial. Tenemos que proteger a nuestros hijos.

No, la culpa nunca es de las víctimas. Así que no hagamos sentir mal a nuestros hijos por no saber defenderse, enseñémosles que para defenderse del acoso necesitan una fuerza que no está en los músculos sino en su pensamiento. Al mundo le sobran cantidad de opresores, esos que intentan mangonearnos continuamente  y necesita de todos esos que desean simplemente que los dejen en paz.

Practica el “rebota, rebota…”  y tu hijo lo aprenderá.

(Gracias Inmaculada Teresa)

Para saber más:

La tarea de ejercer de padres

Sobre el autor

Carlos Pajuelo Morán, psicólogo y padre de dos hijos, ejerce su tarea de Orientador en el Equipo Psicopedagógico de Atención Temprana de la Consejería de Educación y Empleo. Durante 21 años ha sido profesor asociado en la Facultad de Educación de la Universidad de Extremadura. En este blog los padres y madres interesados por los temas de la educación encontrarán información fácil y accesible, basada en aportaciones de la psicología y la psicopedagogía, que les ayude a identificar las competencias y habilidades que como padres poseen y a utilizarlas de la manera más eficaz para poder seguir ejerciendo esta apasionante, aunque a veces ingrata, tarea de ser padres.


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