Mehdi-Georges Lahlou (Francia, 29 años) es de los artistas que atrapan de primera. Una fotografía en Facebook me sedujo, no me dejó seguir adelante. Rápidamente, abrió un ideario visual en mi cabeza. Era una imagen muy sugerente, un joven con rasgos musulmanes tapa su cabeza con burka y una tajada de sandía sobre su cabeza mantiene en equilibrio. Durero, Rembrandt, Goya han sido entre otros autores los que se han servido de su propia imagen para expresar su mundo personal.
Lahlou también utiliza su imagen, pero con una finalidad diferente. Pretende enviarnos un mensaje, una visión personal sobre determinadas realidades . Al ver su obra “Autoportrait à la pastèque” se dispararon miles de asociaciones conceptuales, mi cabeza comenzó a reflexionar. La imagen graciosa, no solo terminaba ahí, el artista nos envía un mensaje muy claro. Habla de la figura de la mujer en determinadas culturas y en concreto hace una denuncia de las injusticia que se comenten sobre la mujer musulmana.
El artista trabaja con diferentes medios expresivos como son la fotografía, escultura y pintura. Su obra es tremendamente comprometida con la realidad social de nuestro tiempo. La imagen le sirve para hacer una crítica directa y voraz de determinados hábitos de otras nuestra y otras culturas. En ocasiones con sutileza, en otras con imágenes agresivas que ponen el dedo de forma directa en la herida, sin reminiscencias ni autocensuras.
En un mundo global donde la estética no parece tener fronteras, el artista sabe combinar iconos visuales occidentales europeos o americanos. Unos zapatos rojos de tacón de aguja son unidas con imágenes tan tradicionales como la alfombra donde pratican el culto los musulmanes. Un rodillo de pintura crea patrones de diseños geométricos propios del arte muslmán. Es el activismo visual. Hablar y dar su discurso mediante imágenes. Sus fotografías producen desconcierto a los que contemplamos su obra, los objetos son conceptos que definen a determinadas sociedades. Al unir dos imágenes antagónicas, crea en nosotros una sensación placentera y además nos descoloca. Ahí mismo es donde habita la genialidad de este artista. Su lenguaje artístico es concpetual y crítico.
Él es centro de su propia obra, utiliza su persona para interepretar diferentes personajes. Para ello, se pone un burka, se coloca unos tacones de aguja, se viste con ropas propias de bailarinas musulmanas o se viste de sacerdote. Al modo del tradicional autorretrato desarrollado por grandes artistas como Alberto Durero, Leonardo Da Vinci, Rembrandt, entre otros. Lahlou utiliza su imagen que va transformando. Su obra es irreverente y directa, un puño directo a nuestros ojos y a nuestras conciencias. No anda con contemplaciones y va directo al centro de los problemas. El mundo del arte, en la vorágine de los absurdo necesita artistas que hablen en plata sobre determinadas cuestiones.
Chapeu por Lahlou
http://www.mehdigeorgeslahlou.com/