Estamos acostumbrados a que los datos del paro registrado y la afiliación a la Seguridad Social susciten opiniones de todo tipo, a menudo tan opuestas como los puntos de vista de quienes los valoran. Pero en esta ocasión, las cifras de junio han dado pie a una interpretación que se sale de lo normal: como el número de desempleados ha bajado en 3.531 personas, pero los cotizantes solo han subido en 1.763 personas, hay quien ha concluido que la diferencia, de 1.768 personas, son extremeños que han emigrado de la región para trabajar o buscar empleo en otros lugares. Para quien no conozca las estadísticas del mercado laboral, el dato puede resultar alarmante, sobre todo si se tiene en cuenta que, según esos mismos cálculos, desde octubre más de 9.000 personas se han marchado de Extremadura. ¿Son ciertos esos datos? Pues técnicamente no lo son, como vamos a ver a continuación.
En primer lugar, las estadísticas del paro registrado y de afiliación a la Seguridad Social no son comparables. Sin entrar en prolijas explicaciones técnicas, hay que saber que el paro registrado es solo una estadística de personas que se inscriben como demandantes en las oficinas públicas de empleo. Mientras, la afiliación a la Seguridad Social recoge el número de cotizantes a cualquiera de los regímenes públicos de protección social. Pero en conjunto, las variaciones que se producen en esas estadísticas no son simétricas, es decir, una subida del paro de 1.000 personas no supone un descenso de 1.000 afiliados, ni viceversa, porque están midiendo cosas distintas.
Para empezar, ni todos los inscritos en las oficinas de empleo buscan realmente trabajo, ni todos los que buscan trabajo se apuntan en esas oficinas, puesto que no es obligatorio. Por eso, que el paro baje en 1.000 personas no quiere decir que 1.000 hayan encontrado trabajo, porque puede haber un número indeterminado de gente que consigue un empleo sin necesidad de apuntarse al paro, de modo que en total serían más de 1.000. Además, hay gente que pasa directamente del paro a la jubilación. Y también hay casos de personas a quienes se les anula la demanda porque los inspectores de trabajo han averiguado que realmente estaban empleadas. O incluso gente que desiste de buscar trabajo.
En sentido contrario, que el desempleo suba en 1.000 personas no significa que sean 1.000 pérdidas de empleo, porque hay personas que se incorporan a las oficinas por primera vez desde la inactividad (estudiantes o recién titulados, por ejemplo), no por haber sido despedidos.
En cuanto a la afiliación, en sus variaciones no solo influyen las personas que se dan de alta o de baja por tener o perder su empleo, sino también el número de personas que dejan de figurar por haberse jubilado. Además, no todas las personas que pierden su trabajo se inscriben en una oficina de empleo. Lo hará la mayoría para poder acceder a las prestaciones por desempleo, pero quienes no tengan derecho carecen de incentivos para apuntarse.
Por todo ello, a veces se producen subidas del paro y, al mismo tiempo, de la afiliación, o bajadas en ambos registros, o variaciones de signo contrario, pero de diferente cantidad, que es lo más habitual.
En definitiva, no tiene sentido establecer comparaciones entre el paro registrado y la afiliación a la Seguridad Social. No han coincidido ni ahora, ni nunca. Por eso resulta llamativo que haya personas que, pese a haber manejado a fondo ambas estadísticas durante años, hayan hecho un cálculo como el que comentaba al principio y hayan achacado la diferencia a la emigración. No hace falta recurrir al padrón o a las estadísticas de movimiento de población que en este blog comentamos con frecuencia, porque el propio razonamiento técnico echa por tierra el espejismo de esa emigración masiva.
El argumento se cae también si tomamos otras referencias. Si en junio se ha producido en España una bajada del paro de 127.248 personas y una subida de la afiliación de solo 26.853, la diferencia es de algo más de 100.000 personas. ¿Alguien se cree que 100.000 habitantes se hayan ido de España en un solo mes a buscar trabajo en otro país? Obviamente, no. Otro ejemplo: en mayo bajó el paro en Extremadura en 2.129 personas, mientras que la afiliación creció en 3.979, de modo que la región habría ganado ese mes 1.850 inmigrantes laborales, más incluso que los extremeños ‘perdidos’ en junio. Y así podríamos seguir estirando hasta el ridículo.
Un error parecido aparecía este fin de semana en un artículo de opinión publicado en el Hoy, pues se ha echado mano de una estadística de contratos para argumentar que más de 9.600 extremeños emigraron de la región en el primer trimestre del año. La cifra no solo parte de un fallo de interpretación de los datos -nunca os fiéis de una estadística manejada por una empresa de trabajo temporal, sea Randstad o Adeccim que las carga el diablo-, sino que además no coincide con la citada por otras personas, que calculan una emigración menor en un plazo tres veces mayor.
No es una cuestión de siglas partidistas, sino una cuestión de rigor. El contrato que cada cuatro año suscribimos los ciudadanos con nuestros representantes políticos (no hablemos ya de otro tipo de organizaciones) exige que estos últimos pongan todo su empeño en hacer un trabajo productivo, eficaz, honesto, sensato y riguroso. Si no, irá en perjuicio de su credibilidad, de su valoración social y, en definitiva, de su propio futuro. Ya lo dicen los sondeos…
P.D.: Hay también un detalle importante que no comenté en su momento y que redunda en por qué no son comparables. Cuando a principios de cada mes el Ministerio de Empleo da a conocer los datos del mercado laboral, publica los datos de paro registrado del último día del mes anterior y los datos de afiliación a la Seguridad Social en media durante el mes anterior. Esto se debe a que los datos definitivos de afiliación a fin de mes no están disponibles hasta unos diez días más tarde. Esto supone que los datos de paro y afiliación que se conocen cada inicio de mes no se corresponden a la misma fecha de referencia y, por tanto, por esta razón tampoco son comparables.