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Israel J. Espino

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Las misteriosas sábanas santas extremeñas

 

Ilustración: Códice Pray

 

Ahora que estamos en  Semana Santa toca hablar de reliquias. Y pocas hay más importantes que la Sábana Santa, ese lienzo funerario que cubrió supuestamente el cuerpo de Jesucristo desde que lo depositaron en el sepulcro hasta el momento de su resurrección, y que pertenecía, dicen, a José de Arimatea.

Hay quien piensa que, como las madres, Sábana Santa no hay más que una, pero se equivocan de parte a parte, porque aquí, en Extremadura, tenemos al menos dos, aunque hubo tres y puede que hasta tres y media.

Sabana Santa se considera a  cualquiera que haya estado en contacto con la síndone de Turín, la considerada “autentica “aunque a muchas de ellas el parecido, como el valor al soldado, se le supone. Y  por supuesto ninguna está en “negativo”, como la italiana, sino que están pintadas, y no siempre siguiendo el modelo original, como ya veremos.

Pero vayamos por partes y comencemos por la más misteriosa, la que tiene hasta un libro dedicado: la sábana santa de Plasencia, que desde 2012 se muestra a los visitantes en la Catedral Vieja. El enigma de la sabana no está en la figura del hombre que representa, sino en la inscripción, el  año del señor de 1012.

La Sábana Santa de Plasencia (CIS)

Si la fecha fuera cierta, esta copia tendría un valor inmenso, pues sería con mucho la más antigua, llevada a cabo en una época en la que ni siquiera se conocía la Sábana de Turín, lo que ya tendría mérito.

Pero a poco que se fije uno saltan a la vista datos que invalidan esta fecha tan antigua. Por ejemplo: si de verdad se hubiese pintado en el año  1012 estas cifras estarían escritas en números romanos, es decir, MXII, y no con la numeración actual.

Otro indicio: aunque la fecha de 1012 Aparezca en la segunda línea, es indiscutible que la primera y la tercera  son del siglo XVII.

Y aun hay un último dato que limita su antigüedad; la Sábana Santa de Plasencia tiene dibujados  los remiendos y quemaduras del incendio que sufrió la Síndone de Turín en 1532, por lo que no puede ser anterior, a no ser que el dibujante fuese, además, vidente.

La solución a todos estos misterios es bastante obvia: el supuesto número  “cero”  de la fecha era originariamente un seis al que le ha desaparecido el rabito, con lo que todos los enigmas se resolverían de un plumazo: la fecha de la sábana sería la de  1612. Y de pronto todo cuadra.

De hecho, la copia de Plasencia corresponde a las copias del siglo XVII salidas del taller de De La Rovere, quien tuvo la exclusiva de pintar copias desde 1610 hasta  el 1637, que es el año en el que murió el pintor.

Sábana Santa del Monasterio de Guadalupe

Lo que sí es cierto es que sus medidas, al menos corresponden, a las de Turín, y la altura del crucificado al metro ochenta de la síndone, estatura muy diferente a la del Cristo pintado en la otra sábana santa extremeña: la sábana santa de Guadalupe, en la que el crucificado es un retaquillo de metro diez.

 

 

Así al menos se deduce de los documentos que me envió Fray Antonio, el eficiente archivero del Real Monasterio de Guadalupe, quien en un alarde de profesionalidad y celeridad me envió la documentación requerida en menos que canta un gallo cibernético. A diferencia de la sábana santa de Plasencia, de ésta se conoce su origen, ya que fue traída de Turín por don Carlos Margarita, ayuda de guardamayor de la infanta doña María, hija de Carlos I.

 La sábana guadalupense tiene pintados dos ángeles, uno en cada extremo,  que sostienen con sus manos el lienzo dibujado en gris esfumado. Las llagas están pintadas en color sangre, y antiguamente se  ofrecía a la veneración de los fieles el 30 de septiembre, fiesta de san Jerónimo.

Pero aun queda otra sábana más: El padre Joseph nos cuenta en sus escritos que antiguamente había dos Sábanas Santas en el relicario de Guadalupe. Si es así, una de ellas habría desparecido.

El mantel de la Santa Cena de Coria (A. Briz)

Y aun nos queda la media, el descubrimiento más asombroso y novelesco; hace unos meses unos científicos de la agencia espacial  norteamericana dirigidos por el profesor Jackson,  descubren que el  Mantel de la Santa Cena que se conserva en la catedral de Coria coincide con la sábana santa de Turín. De hecho, han afirmado, después de investigar a fondo las dos piezas, que: el mantel extremeño y la sábana santa habrían cubierto, ambos, uno sobre otro, nada más y nada menos que la mesa de la última cena.

Pero del mantel mágico de Coria, amigos, ya hablaremos en otra ocasión. Porque la historia y la leyenda, sin duda, lo merecen.

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Leyendas y creencias de una tierra mágica

Sobre el autor

Periodista especializada en antropología. Entre dioses y monstruos www.lavueltaalmundoen80mitos.com www.extremadurasecreta.com


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