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Israel J. Espino

Extremadura Secreta

Brujas y cerdas

Más de una vez las mujeres hemos tenido que escuchar estos insultos, y pocas veces con razón. Sin embargo, y en honor a la verdad, ha habido en Extremadura mujeres que gozaban de las dos características al mismo tiempo. Al menos en el folclore.

Ya hemos hablado en otras ocasiones de brujas. De Brujas invisibles y de brujas transformistas que metamorfoseaban sus cuerpos para convertirlos en liebres, ratas, lechuzas y hasta burros, por lo que no puede extrañarnos (y menos por estas tierras) conocer a aquellas que se convertían en lechonas para reírse de sus vecinos.

Y es que son numerosas las brujas que se convierten en guarrapas. En Valdehuncar, pueblo asociado a las brujas, y ya en pleno siglo XX , era conocida en el pueblo una mujer de la que se afirmaba  que se convertía en cerda.

Y en  Madroñera, otro pueblo muy activo en al ámbito brujeril, habitaba por las mismas fechas una bruja  que según recoge Montero Curiel  se transformaba en cochina y que desaparecía ante los ojos atónitos de los pobres lugareños:  «A un hombre se le apareció un guarro en el camino y cuando le iba a pegal un palo, pegó en el suelo, porque el guarro había desaparecío de pronto» .

El callejón del cancho de la guarra, en Trujillo,  recibe ese nombre , según afirman los vecinos, por ser el lugar donde un cerdo se cruzaba insistentemente, noche tras noche, con un vecino que venia montado en su burro. Hasta que una noche, el guarro se acerco tanto que el burro se asustó, y el hombre , si apearse del jumento, le asestó al guarro un garrotazo en el lomo. Al día siguiente había una mujer en el pueblo con la cabeza vendada porque la habían “escalabrado”, y a partir de aquel día, según cuentan,  ya no volvió a molestar el cerdo al hombre… ni al burro.

Hechizos de bruja

La relación de los cerdos y las brujas viene de antiguo. Ya la hechicera Circe, en tiempos homéricos, transformo a los compañeros de Ulises en cerdos cuando desembarcaron en su isla. Invitó a los marinos a un banquete, hechizó la comida con una de sus pociones y luego, cuando se hubieron atiborrado, empleó su cayado mágico para transformarlos en gorrinos.

                         Circe ofreciendo la copa a Odiseo (John William Waterhouse)

Y teniendo en cuenta que el cerdo es el animal totémico por excelencia en Extremadura, no es extraño que una de las principales maldades de la bruja sea hechizarlos. O al menos, intentarlo.

Para evitarlo, en Las Hurdes a los cerdos, cuando se compran y se introducen por vez primera en el corral, se les realizan una serie de rituales destinados a protegerlos de las brujas.

 En primer lugar, se les dibuja una cruz cortándole con unas tijeras un puñado de cerdas en la cabeza o en el lomo. En segundo lugar, se coloca, al lado mismo del lugar donde comen, un cuenco de madera con aceite, vinagre y ajo machacado, en la creencia de que estos rituales alejan a las brujas y les impiden desgraciar a los animales.

                      Del cerdo, hasta los andares (Extremadura Secreta)

Había que protegerlos, porque los cerdos han sido (y son) el animal más aprovechado de estos lares. “Del cerdo, hasta los andares”, se afirman por tierras extremeñas, así que no debería extrañarnos que una vez muerto el cerdo no cesaran los ritos protectores contra las brujas.

Y es que cuando se realizaba la matanza, en comarcas como Las Hurdes, había que hacer sonar cencerros, entrechocar las latas y estrepitar zambombas, y bailar bajo los jamones y la carne recién embuchada, porque el ruido, de todos era sabido, espantaba a las brujas para que no vinieran “a maliciar la chacina”. Todavía hoy, a la Chicharrona, Señora de las Matanzas, se la recibe con cantos y música cuando baja de la sierra.

                                     Cencerros, castañuelas y campanillos acompañan a la Chicharrona, Señora de las Matanzas (Extremadura Secreta)

Y entre baile y baile, y cante y cante, las “envidiosah” (que es otro nombre que reciben las hechiceras por esas tierras) se alejaban rezongando por los valles hurdanos en busca de otro cochino al que poder embrujar o de otro lugareño al que poder engañar.

 Y la envidia cochina por los que se quedaban bailando iban empozoñando un poquito más su negro corazón de bruja.

Leyendas y creencias de una tierra mágica

Sobre el autor

Periodista especializada en antropología. Entre dioses y monstruos www.lavueltaalmundoen80mitos.com www.extremadurasecreta.com


marzo 2020
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