Enviado desde Rue Legitime, Port-au-Prince, Haiti.
Cuando era pequeño me gustaba pasar las horas explorando la bola del mundo imaginándome los lugares que me gustaría visitar. Siempre me decía “la Tierra es tan grande que sería una pena recorrer sólo el trocito donde he nacido”. En cuanto pude me puse en marcha por el mundo. Primero los estudios me llevaron a Italia, mi primer trabajo serio fue en la televisión nacional suiza, e Inglaterra me acogió durante un tiempo para enseñarme el inglés.
Buscando nuevos retos, empecé a trabajar para Naciones Unidas en Ginebra y tras varios meses me ofrecieron un puesto en Haití. Tengo que admitir que la sola idea de vivir por primera vez en un país subdesarrollado, el más pobre de Occidente para ser exactos, con los problemas que hunden al país después del terremoto del 2010, me infundaba respeto.
Entonces las ganas de descubrir “la otra parte del charco”, sentirme un explorador extremeño llegando a la isla de La Española, y poder aportar mi granito de arena en la reconstrucción de Haití no me hicieron dudar un momento.
De esta manera pasan los días en la torre de Babel. Los idiomas no sólo abren puertas de trabajo sino que ayudan a ser más tolerante y conocer el resto del mundo con gran precisión sin necesidad de viajar. Entre conversaciones se conocen sabores, olores, tradiciones o lugares en los que quizás jamás lleguemos a estar.
@jaserred
Para aquellos que quieran reírse un rato y profundizar sobre las confusiones con el español alrededor del mundo os dejo este link muy popular en Youtube (Qué difícil es hablar el español) http://youtu.be/Xyp7xt-ygy0