Este gobierno tiene mejor pinta que el anterior. Lo dice hasta el PP, a cuyos dirigentes, entre los que se encuentran María Dolores de Cospedal y Javier Arenas, pilló una cámara de televisión indiscreta de CNN+ admitiéndolo en un corrillo a las puertas del Senado. El desgaste de Zapatero era brutal y la imagen de su Ejecutivo se había deteriorado tanto que ya era imposible caer más. La crisis lo arrastra todo, y el crédito del presidente se estaba acabando. De hecho, algunos lo daban por muerto y temían caer con él. Que se lo digan, si no, a José María Barreda, el presidente de Castilla-La Mancha, ahora orgulloso de haber avisado de lo que les venía encima a los barones regionales cara a las elecciones autonómicas del año que viene.
El golpe de timón dado por Zapatero esta semana ha sido certero, al menos en su efectividad mediática. Si lo que quieren es insistir en comunicación, uno de los grandes handicap del PSOE reconocidos, han dado su primer paso.
El caso es que en el PSOE extremeño están más que contentos, tanto que si antes veían con recelo las visitas del Ejecutivo para la campaña electoral, ahora pareciera que los quisieran hasta en los mítines de los pueblos. Se reconoce abiertamente que el Gobierno estaba deslavazado desde que la vicepresidenta primera, María Teresa Fernández de la Vega, había empezado a mostrar cansancio. Su dedicación en la primera legislatura era constante, pero en la segunda su presencia había caído ostensiblemente.
Su marcha se sustituye por dos pesos pesados: Alfredo Pérez Rubalcaba, que ejercerá el poder político del Ejecutivo desde la Vicepresidencia Primera; y Ramón Jaúregui, ministro de la Presidencia, que se encargará de la coordinación ministerial, del día a día, tan necesaria para mostrar una imagen de unidad.
Fernández Vara se muestra encantado cuando se le cuestiona en privado. Su jugada de no criticar a Zapatero a pesar de la que estaba cayendo le ha reportado dolores de cabeza en Extremadura (de hecho el PP ha aprovechado para nombrarle presidente de su club de fans), pero ha reforzado su imagen en Madrid. El presidente del gobierno y su círculo más íntimo, el núcleo duro de Ferraz y también de Moncloa, lo han acogido con los brazos abiertos, como uno más del equipo. Y es que su tesis de que los trapos sucios se lavan en casa gusta, sobre todo cuando a uno le están dando collejas por todos lados. El presidente extremeño lo dijo ayer por última vez, que su familia política es como la de sangre, y que igual que no pone a parir a su hermano en la calle, tampoco lo hace con los dirigentes del PSOE.
Las formas son importantes para él, algo en lo que difiere de su antecesor. Hoy sábado hay comité federal del PSOE y se escucharán alabanzas a Zapatero, pero también alguna crítica. Fernández Vara dijo ayer que hay cosas que le gustan de los cambios y otras que no, pero no añadió nada más siguiendo con la tesis de que la ropa sucia se lava en casa. No se esperan grandes diferencias, la verdad, pero sí alguna queja en aquello de las formas. Y es como dicen bajo cuerda dentro del PSOE extremeño, no es de recibo que a un secretario regional le cambian al secretario de organización y se entere por una rueda de prensa.