Al presidente de la Junta le ha tocado bailar con la más fea. Podía haber tenido un mandato llevadero, de tranquilidad absoluta dada su amplia mayoría en el Parlamento extremeño, pero está siendo peor que un dolor de muelas. La crisis se ha llevado por delante casi todo, hasta su programa electoral; y encima, las últimas cuentas públicas de la legislatura van a ser tan restrictivas que nos retrotraen a niveles de 2007, cuatro años para atrás, como los cangrejos.
Vara y su gobierno aprobaron ayer los presupuestos para 2011. Ahora empieza su tramitación parlamentaria. En otra coyuntura, y considerando que el año que viene hay elecciones municipales y autonómicas, habría hasta fuegos artificiales. Con la que está cayendo, todo pareciera un velatorio. Las cuentas públicas incluyen un “tijeretazo” de 430 millones de euros y eso es tan imposible de vender como un brasero en el desierto.
Cuentan los más veteranos que antes, cuando se discutía el proyecto de presupuestos de Extremadura, se desarrollaba un gran debate de consejeros y también de alcaldes en el seno del PSOE. Había mucho que repartir y estaban demasiadas cosas en juego. Ahora no se dialoga, hay que reducir el gasto casi un 8% y lo que toca es saber de dónde se obtienen los ingresos para que el mordisco que hay que hacer no sea aún mayor.
La Junta ha utilizado ingeniería contable para burlar el límite de endeudamiento ordenado por el Estado. El truco consiste en vender 3.000 de las 15.000 viviendas sociales con que cuenta la administración regional a sus propios inquilinos, aquellos que están al corriente de pago en su alquiler y tienen interés en adquirir su casa por un módico precio. Lo consiga o no la Junta está por ver, pero mientras tanto se transfiere este paquete inmobiliario a una empresa pública (Urvipexsa) y ésta a su vez lo hipoteca. Se puede decir aquello de que cuando no hay de dónde sacar, uno lo busca bajo las piedras.
Los ingresos salen de la financiación autonómica por IRPF e IVA, de los impuestos propios, de la reducción del gasto donde entra la congelación salarial de los funcionarios y ahora también de la venta de viviendas públicas, donde se estima se van a conseguir 97 millones de euros. Así y todo, se espera un déficit de 230 millones y eso previendo, como ha dicho el consejero de Hacienda Ángel Franco, que en 2011 Extremadura salga decididamente de la recesión para ver crecer su PIB en un 1,55%.
El caso es que los ingresos son los que son y de los gastos corrientes ya no se pueden restar más. Se han reducido las dietas al extremo y los directores generales andan cabreados porque ahora cuando llegan a 30 euros de gasto al mes en su móvil le scortan las llamadas. Se quedan sin saldo, como los adolescentes. Hoteles a 50 euros, nada de viajes superfluos ni vinos de honor, Marca Extremadura se queda en 4 millones y tenía 24 el año pasado y no se financia o subvenciona más que lo imprescindible. “No hay un duro”, es el lema para este año.
Con este panorama, el presidente encarrila el final de la legislatura con zapatos de plomo. No tendrá mucho que ofrecer a la ciudadanía cuando llegue el momento y eso es un problema. Cuando se le pregunta abiertamente qué estrategia va a emplear responde con una frase: hacer mucha pedagogía. La verdad es que tendrá que explicarlo por activa y por pasiva, hacerle ver a los votantes, a los propios y también a los extraños, que ha hecho todo lo que tenía que hacer y que la culpa de todos los males no ha sido suya.