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Antonio Cid de Rivera

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Monago, entre Vara y Zapatero

Si hace unos meses parecía que las elecciones autonómicas en Extremadura iban a ser un mero trámite para que todo siguiera igual, de repente se presentan reñidas. La enorme diferencia de votos entre el PSOE y el PP en las elecciones pasadas (38 diputados frente a 27), dejaba pocas posibilidades de pugna entre los dos únicos partidos políticos con representación parlamentaria. Sin embargo, la encuesta publicada por HOY el domingo pasado, seguida de otra del diario El Mundo este miércoles, con similar resultado, ha cambiado el panorama por completo.
Los resultados presentan una bajada del PSOE de 7 puntos con respecto a los comicios de 2007 y una pérdida de entre 6 y 8 diputados, mientras que el PP se muestra con una subida de 6 puntos y un alza de entre 4 y 5 diputados. Izquierda Unida, por su parte, vuelve a entrar en el Parlamento según esta encuesta, con 2 o 3 diputados, alcanzando el 5,3% de los votos, 0,8 puntos más que en 2007 cuando se quedó fuera del reparto de escaños.
Una encuesta es sólo eso, un muestreo de opinión sobre un resultado electoral futurible, quiere decir que no indica lo que va a pasar dentro de cuatro meses, el 22 de mayo, pero su publicación esta semana ha hecho que se enciendan todas las alarmas y que más de un político esté al borde de un ataque de nervios. No es para menos: los populares, sin comerlo ni beberlo, están casi empatados con sus rivales (45,7% frente a 45,1%), un imposible hace sólo un año; y los socialistas, tranquilos hasta ahora, han comprobado con datos en la mano que el desgaste del PSOE y del propio Zapatero es bastante más grande del que ellos mismos intuían.
Todo político profesional que se precie sabe que uno, dos y hasta tres diputados dependen muchas veces de un puñado de votos. Por eso es tan difícil que una encuesta ‘acierte’ un resultado al cien por cien, entre otras cosas porque la exactitud del dato final depende muy directamente del grado de participación del electorado y eso no se sabe hasta el mismo día de las elecciones. En cambio, una muestra bien hecha marca las tendencias de los votantes, mide la posición de cada partido en ese momento concreto.
En este sentido, se puede decir que, a fecha de hoy, el PSOE está en franco retroceso y sin elementos a la vista que presupongan que vaya a mejorar en los próximos meses, y el PP está en alza, recogiendo los desencantos y cabreos de unos ciudadanos que no acaban de ver la luz al final de este largo túnel en el que se ha convertido la crisis.
A pesar de ello, hay matices que permiten a los socialistas ciertas dosis de optimismo. El primero que el 50% de los entrevistados, cuando se les pregunta quién creen que va a ganar las elecciones, dicen directamente que el PSOE, mientras que sólo el 25% señala al PP, es decir, que muy pocos extremeños se creen que pueda haber un vuelco electoral. El segundo, que el 40% de los entrevistados ven positiva la gestión de Vara al frente de la Junta de Extremadura, otro 40% lo califican como regular y sólo el 15% entienden que es mala, es decir, que apuestan por el continuismo en el gobierno regional. Y el tercero y último, que el líder del PSOE es conocido por el 76,6% de los extremeños frente a un 37,6% que conocen al candidato del PP, y encima, el presidente es el político mejor valorado de la región, un 5,62 sobre 10, superior a la nota que obtiene el líder de los populares, un 5,07.
Las estrategias
A partir de ahora se van a plasmar de nuevo las estrategias de cada partido. El PP intentará por todos los medios identificar a Vara con Zapatero y su política económica. De hecho, ya le denomina cada vez que puede su ‘fan número uno’. Mientras, el PSOE se encuentra en la difícil tesitura de tener que salvar los muebles sin hacer daño a su líder nacional.
Si los extremeños votan en clave regional, Vara podrá salir airoso, pero si, por el contrario, las elecciones autonómicas se presentan como un plebiscito de las nacionales, justo lo que busca el PP, le hará mella hasta límites imprevisibles.
A los socialistas sólo les queda plantear unas elecciones en clave presidencialista, donde se refuerce la figura de su líder regional y se deje a un lado a Zapatero. La desvinculación de Madrid llegará tarde o temprano o, si no, al tiempo. De lo contrario, la crisis se llevará todo por delante, incluidos miles de votos que hasta ahora eran propiedad exclusiva del PSOE.

Entre sábado y sábado

Sobre el autor

Periodista de HOY. Analista político.


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