A todo fotoperiodista le ocurre muchas veces a lo largo de su vida profesional que va a fotografiar una cosa muy concreta y, de repente, en el objetivo le sale otra casi más curiosa que la que perseguía en principio.
Así surgió la foto de la ratita, que se ha hecho famosa en Facebook porque a todo el mundo le gusta su pose entre aire sorprendido y de modelo veterana. En realidad, Lorenzo Cordero estaba haciendo era un reportaje sobre la medición de ruidos en locales de la Madrila, y la rata apareció de repente subida a un foco de la luz. Una periodista que estaba al lado de Cordero salió corriendo, pero a él se le quedó pegado el ojo pegado a la ratita. Le hizo fotos durante un buen rato, porque el roedor se sintió cómodo con el clic-clic de la cámara, y no se movió del lugar.
Tan buena modelo fue la ratona que para algunas de las fotos no necesitó siquiera el teleobjetivo, sino con el angular de la cámara fue suficiente.
Desgraciadamente no todas las casualidades que se presentan ante el objetivo son tan anecdóticas y graciosas. Hoy mismo estaba haciendo Lorenzo un reportaje sobre un vecino de Cáceres que protestaba por un problema con una casa, se giró hacia un lado, y lo que le apareció enfocado fue un hombre rebuscando comida y ropa en un contenedor en plena calle.
Apretó una vez el disparador de la cámara, pero ya no tuvo corazón para seguir. El respeto al dolor ajeno le hizo perder quizás un buen reportaje fotográfico, pero todo buen reportero marca sus propios límites.