La Biblia pauperum o Biblia de los pobres es una publicación de la Baja Edad Media, cuando la mayor parte de las personas no sabían leer. Para que la gente sencilla pudiese conocer los textos sagrados, la obra se hizo a base de dibujos xilográficos (en madera), cuya iconografía resultaba fácil interpretar incluso por los iletrados. Con la misma intención los escultores románicos y góticos esculpían en portadas, claustros o interiores de los templos las principales escenas de la ‘historia salutis’ (historia de la salvación), por lo que a tales representaciones se les ha dado a menudo el nombre metafórico de ‘biblia de los pobres’. De esta tradición dimana el título de la presente, que el autor dedica al Evangelio de San Marcos. Otra cosa es que el protagonista, Jesús de Nazaret, mostrase una abierta predilección hacia los más humildes.
Efectivamente , este primer libro del Nuevo Testamento, el más antiguo de los cuatro canónicos en que se narra la vida de Cristo, se estructura según un paradigma iconográfico : unas veinte viñetas o unidades argumentales mínimas recogen los hechos básicos que el evangelista, seguramente formado en el entorno de Pedro, quiso trasmitir a las primitivas comunidades cristianas.
Dotado de un notable sentido poético y con una gran economía lingüística ( utilizó poco más de 1.300 vocablos, verbos sobre todo), Marcos, que seguramente se sirvió de escritos anteriores, compuso la urdimbre narrativa oportuna en torno al esquema argumental, con un lenguaje altamente simbólico. Cualquier hermenéutica que no estime la enorme carga metafórico de este relato resultará, pues, empobrecedora y a la postre errónea.
Benito ( Zalamea de la Serena, 1937) posee los conocimientos filológicos y escriturísticos adecuados, junto con una reconocida capacidad poética, para llevar a buen fin la labor aquí programada. En primer lugar, ha vertido al castellano los originales griegos, esforzándose por hacerlo de la forma más literal y sobria posible. Según manifiesta, ha toma como base de la traducción las ediciones más a su alcance, a saber las de Merk, Nestlé-Aland, Bover-O´Callagham y K. Aland , teniendo en cuenta las variantes que en ellas aparecen. Pero lo más atractivo es el conjunto de interpretaciones que va proponiendo a los pasajes evangélicos, siempre según el enfoque metafórico más arriba enunciado. Por último, adjunta un extenso apéndice en el que se recoge, según orden alfabético, todo el vocabulario de Marcos, con las palabras griegas y las numerosas significaciones castellanas posibles, según el uso de las mismas.
Obra de casi 700 páginas, el autor insiste en declarar que no es un libro de investigación, sino una paráfrasis, un comentario directo y personal de Marcos. Ahora bien, aunque no aparezca el aparato académico (no hay citas a pie de página, ni apéndice bibliográfico), resulta fácil percibir que sus propuestas no son fruto de la intuición gratuita, sino que están sólidamente documentadas. Se trata sin duda del fruto aparentemente espontáneo de quien , sin menoscabo de otros menesteres, entre ellos la creación poética, lleva toda una vida dedicada al estudio de los textos bíblicos.