El capítulo dedicado al lenguaje propone un análisis sugestivo del célebre topos de Nebrija: «Siempre la lengua fue compañera del imperio».
Se aproximan ya a la veintena los títulos publicados en la ‘Bibiotheca Montaniana’, que publica la Diputación de Huelva. Como su nombre sugiere, se trata de obras referidas a Benito Arias Montano, cuando no son reediciones del ilustre frexnense, bien introducidas y comentadas. No obstante, algunas superan esos límites, aunque también quedan dentro del marco histórico en que se moviese nuestro máximo escriturista. Así ocurre con este magnífico ensayo sobre los rasgos identificadores del humanismo español. Lo suscribe Juan Luis Suárez, investigador extremeño que continúa enseñando en la University of Western Ontario (London, Canadá).
Según la mitología clásica, Proteo, aquel «anciano hombre del mar» como lo describe Homero en ‘La Odisea’, encargado de pastorear las focas de Poseidón, poseía la virtud de transmutarse y adquirir figuras diferentes. Esas metamorfosis le facultaban para eludir situaciones incómodas, especialmente ante los que le pedían predicciones de futuro. «Proteíco» equivale, pues, a plural, polimorfo, polifacético. Los humanistas españoles serían, metafóricamente, herederos del cambiante dios marino porque, como él, no pueden ser interpretados unívocamente. Son muchas las diferencias generacionales, religiosas, políticas, culturales que entre aquellos cultivadores apasionados por las letras se pueden señalar. Todos, no obstante, contribuirían sustancialmente al nacimiento de la subjetividad, a esa conciencia del yo, que constituye el núcleo de la época Moderna.
El libro incluye tres partes bien diferenciadas, aunque más de una vez se repiten consideraciones parecidas en cada una de ellas. Se abre con una teoría sobre el humanismo (término que no apareció hasta el siglo XIX), fenómeno que nace en Italia y va expandiéndose paulatinamente por Europa. Sigue un fructífero análisis de los españoles (Nebrija, Céspedes, Cristóbal de Villalón, Juan de Maldonado, Luis Vives, Alfonso y Juan de Valdés, Antonio de Guevara, Cipriano de la Huerga, Pérez de Oliva, El Brocense, Pedro de Valencia ) que, a partir de 1470 y durante todo el siglo XVI se adscriben a esa corriente cultural, tan intensamente influenciada por Erasmo, para concluir con los elementos más perceptibles de la misma en territorio español.
Sus cultivadores que parten de una determinada concepción del ser humano y no se encierran en proyectos de carácter ideológico, sino que se esfuerzan por conseguir un orden sociopolítico determinado, donde las personas puedan alcanzar la utopía, presentan tres paradigmas metodológicos (no excluyentes entre sí): el historiográfico, el filológico y el teológico. El reinado de los Reyes Católicos, con un decidido proyecto de unidad política, más el de Carlos V –empeñado éste en construir un imperio universal, que después debe reconvertir en un imperio nacional – constituyen los condicionamientos históricos de aquellos hombres, que con Felipe II perderán definitivamente la batalla humanizadora. Por lo demás, tampoco encontraron las respuestas adecuadas para las soluciones que el descubrimiento, conquista y colonización de las Indias exigen a los contemporáneos.
Las complejidades del Nuevo Mundo superaban definitivamente los planteamientos que motivaban a los humanistas, superados al fin por canonistas y teólogos. Singular interés nos produce el capítulo 9, dedicado al lenguaje. (Recuérdese que para muchos historiadores los humanistas fueron más que nada filólogos). El autor propone un análisis sugestivo, no carente de actualidad, del célebre topos de Nebrija: «Siempre la lengua fue compañera del imperio», en el prólogo de aquella Gramática que tanto habría de apoyar el expansionismo castellano e incluso la orientación de los estudios generales, no sin el sustento de la ya por entonces consolidada imprenta.
El libro:
– Título: Herederos de Proteo. Una teoría del humanismo español
– Autor: Juan Luis Suárez Sánchez de León
– Editorial: Diputación de Huelva. Coleccióm Montaniana, 2008