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Manuel Pecellín

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Oficio de difuntos

El año 1984, Ramírez Lozano obtuvo el premio Azorín de novela, convocado por la Diputación de Alicante, con Gárgola. Publicada meses después, en 1986 quedó el extremeño finalista del Premio Nacional de Literatura de Narrativa, que obtuvo Alfredo Conde. Lázaro Carreter y Antonio Gamoneda defendían al de Nogales. (Camilo J. Cela y Fancisco Ayala habían sido sus ganadores anteriores, mientras que el galardón recaería las convocatorias siguientes en Luis Mateo Díez, Antonio Muñoz Molina, Bernardo Atxaga y Luis Landero). Cinco lustros después, Gárgola reaparece en la conocida editorial andaluza, que relanzará tan sabroso texto.

Como bien percibe Simón Viola (Literatura en Extremadura, t.II, ERE, pág. 180), la obra presenta un indudable paralelismo con otra del escritor y de la misma época, aunque de distinto género, el poemario Bestiario de cabildo (1984). Según acostumbra, Ramírez Lozano toma situaciones y personajes comunes, haciéndolos funcionar con idéntico tino en prosa y verso ( alguna vez, hasta en teatro).

El título, “Gárgola”, nos remite connotativamente al universo de discurso tan querido por el autor, con catedrales habitadas por obispos y canónigos, sacristanes y beatas, esculturas medievales, retablos renacentistas, sepulcros y cenotafios … Una imaginería fantástica en la que también alcanzan su lugar animales mitológicos, brujas y diablos, almas del purgatorio e ingenuos seminaristas, que van iniciándose paulatinamente en los secretos del coro. Estudiante que fue en San Atón, Ramírez se reconoce en ese mundo sin límites entre la realidad y la imaginación, donde vivos y muertos se confunden en liturgias profanas o sagradas, dando lugar a una suerte de mágico realismo acorde con las pautas del calendario sacro.

La novela se desarrolla así en tres fases, “Adviento”, “Cuaresma “ y “ Pascua”, para concluir con “Las vírgenes necias”, recreación absolutamente libre de la parábola del Evangelio. Cada una presenta dos discursos bien diferenciados, incluso con ayuda de tipos gráficos distintos, por más que en el fondo todo concuerde y terminen confluyendo los protagonistas de ambas narraciones.

Quien realmente dirige todo aquel ámbito catedralicio es el deán, don Avelino Cuenda, cuyo control sobre vivos y muertos, hormigas y carcomas, el diablo Zabulón, la cabra mocha … es absoluto. Nada de cuanto allí ocurre se le escapa, ni siquiera los espectáculos nocturnos que los descarnados cadáveres suelen organizar. Hasta persigue a los fusilados rojos, que siguen orinándose en las tapias del huerto clerical. Para eso le funciona un coro de chivatos sumisos, mientras el canónigo Turpin procura expandir el ungüento de la resignación por doquier. Porque el obispo no se entera. Se halla embarcado en la nave San Atón , que tripulan fantasmagóricos marineros, a la búsqueda y conquista de la Ciudad Celeste, el Dorado cuyos límites sitúan los antiguos cartógrafos en la desembocadura del Guadalón, un río fácil de identificar, como tantos otros protagonistas y lugares de la novela. No será fácil eludir los peligros miles de tal aventura, hasta poder recalar nuevamente, tan pobres como al salir, en el punto de partida, la ciudad que reconocen merced a la torre Roa y puerta Trinidad.

Abre Gárgola con una entradilla de Manuel Azaña en El jardín de los frailes : “Aunque de nombre cristiano, rehíce en la infancia un paganismo auténtico; y a fuerza de buscar representación sensible para las memorias evangélicas, reduje cuanto se me alcanzaba de esa tradición a un repertorio de mitos campestres”. Ese espíritu mitificador impregna las creaciones todas de Ramírez Lozano, merced a cual elabora textos que rezuman siempre poesía y, a la vez, reconstruyen, prestándoles nueva actualidad, símbolos, épocas, acontecimientos, y figuras prototípicos de nuestra historia, pasado y/o reciente. Todo ello sin decaer jamás en su gusto por el lenguaje florido, con resabios arcaizantes, repleto de un humor nunca cáustico, un poco por encima del bien y del mal.

EL LIBRO:

Título: ‘Gárgola’

Autor: José Antonio Ramírez Lozano

Editorial: Algaida, Sevilla, 2010

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