Estos días festivos la Editorial Beturia, que tan animosamente sostiene la madrileña asociación del mismo nombre bajo la batuta de José Iglesias Benítez, nos trae un nuevo regalo. Se trata de la obra Titirimundi sentimental, hasta ahora casi ilocalizable . Fue la primera que publicara en 1930 un autor poco conocido, más citado después por las tristes circunstancias que en su persona concurrieron. Ángel-Braulio Ducasse vino al mundo en Guareña (1906), paisano pues de los escritores Eugenio Frutos y Luis Chamizo. Su familia formaba parte de la burguesía local, lo que le permite estudiar con los jesuitas en el colegio de San José de Villafranca de los Barros y, más tarde, concluir la licenciatura de Derecho, tras su paso por la de Salamanca, en la Universidad de Madrid. Relacionado con otro autor pacense, Francisco Valdés, con quien comparte ideales, tareas y a la postre trágico destino, Ducasse ( su abuelo, francés, llegó a Extremadura para la construcción del ferrocarril) , se muestra como un combativo periodista ( en el Hoy, Extremadura, El Correo Extremeño) frente a las plumas de la izquierda republicana. El proceso de radicalización por ambas partes es perceptible en las respectivas colaboraciones. Ducasse ejerce también como poeta, aunque en tono menor. Aparte del libro ahora rescatado, publicaría también otro, Estridencias ( Badajoz, Antonio Arqueros, 1936). Tras la sublevación militar, es detenido y fusilado poco después (27 agosto 1936) en las afueras de su pueblo (al parecer, en un lugar de la carretera de Don Benito, “La Mina”), junto a otros “enemigos de las clases trabajadoras”.
Es Ricardo Hernández Megías quien, una vez más, ha hecho posible la reedición, a la que pone sucinto estudio preliminar. Bibliófilo apasionado, dueño de una magnífica biblioteca extremeña, a este “beturio” ( Santa Marta de los Barros, 1948) debemos obras tan relevantes como los dos volúmenes de Escritores extremeños en los cementerios de España ; un libro hasta entonces inédito de Luis Álvarez Lencero, El corazón al hombro, o la muy reciente Guía de poetas de la Extremadura exterior.(Actualmente prepara un tomo donde recogerá cerca de doscientos trabajos que Rodríguez-Moñino desperdigase en periódicos y revistas de medio mundo).
Titirimundi sentimental no es un gran poemario, parangonable con los textos de los escritores arriba mencionados. Como Chamizo (no así Eugenio Frutos o Francisco Valdés), Ducasse se coloca en las antípodas de sus coetáneos, los de la Generación del 27, pero tampoco cuenta con las facultades líricos del autor del Miajón, a quien rinden homenaje estos versos . ( Y no solo los únicos que están compuesto s en un habla dialectal semejante a la de Chamizo, precisamente dedicados a la Virgen de Guadalupe). Estructurada en tres partes – Estampas rurales, Íntimas y otros poemas – la obra no oculta su carácter de aluvión, donde se recogen materiales de bien distinto origen y factura, romances y sonetos preferentemente. Lo que sí permite es percibir no pocos rasgos de la personalidad de Ducasse : su amor al terruño (en ocasiones recuerda Las Retamas, de Valdés), la conciencia de clase superior (aunque repudia a los señoritos inútiles), la atracción ante “ la paz de la aldea” (como Reyes Huertas) o la incomprensible ignorancia ante las angustias de los campesinos sin tierra. Pero acaso lo que más resalte en sus versos sea la preocupación por las jóvenes humildes, víctimas de los depredadores masculinos, cuya falta de escrúpulos denuncia. Quizás el más significativo sea el poema que titula “Princesas del arroyo”, un cuadro madrileño descorazonador, antítesis del dedicado “ A las mujeres de Mérida”, bello madrigal, pese a los abundantes tópicos, dirigido a tan dignísimas matronas. En resumen, un conjunto de versos que reflejan la situación de la España prerrepublicana vista por un poeta de origen social determinado.
Ángel-Braulio Ducasse, Titirimundi sentimental. Madrid, Beturia, 2010. Edición y prólogo de Ricardo Hernández Megías.