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Manuel Pecellín

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La memoria del chapapote

Muy pronto se cumplirán diez años de la catástrofe ecológica que hizo aún más veraz la denominación “Costa da Morta” para aquel hermoso rincón gallego. El terrible desastre tuvo también extraordinarias repercusiones sociopolíticas en todo el país y para la historia de España quedó acuñado aquel “nunca mais”, que no pocos agitarían en provecho propio. Probablemente única víctima humana de aquel desastre fue Mandfred Gnadinger, un hombre de 63 años conocido como “ el alemán de Camelle”, que murió de pena al ver la ruina ocasionada en su paraíso. Llevaba treinta años viviendo en este pueblecito costero, en una chabola que él se había levantado, junto a un curioso museo de su propia creación.

A Manfred Gnädinger está dedicada La mancha negra, que, presentada como “El vuelo del Cormorán”, resultase ganadora del XIV Premio de Novela ciudad de Badajoz tras prolongadas deliberaciones. El autor había decidido urdir su ágil relato sobre la trama del desastre del Prestige, con singular protagonismo para el pintoresco alemán, adobándolo con otras invenciones de su propia cosecha que le darán el aire de relato policíaco.

Manuel Sánchez Dalama nació en Cuba (1951) hijo de emigrantes españoles. Se licenció en Economía y Periodismo, profesiones que combina con la creación literaria. Cuba y España, la utopía revolucionaria y la emigración, la enfermedad y la lucha por la subsistencia, el íntimo contacto con la naturaleza y una abierta búsqueda de la espiritualidad han marcado su vida y también su literatura. Así se percibe en sus novelas anteriores, que hemos tenido la fortuna de leer estos últimos meses :“Peces rojos en la lluvia” (2004) y “Hasta el fin del mundo” (2009)”. Escritor independiente, su obra constituye un irónico retrato del mundo en que le ha tocado vivir y una atenta mirada al interior de la naturaleza humana. Por su sangre corren genes heredados de ancestros de O Courel que se mudaron a Cuba y rebrotaron en Santa Clara, la ciudad donde el destino de Cuba también mudó en tres días de batalla cuando un puñado de 18 hombres cambiaron la historia liderados por Ernesto Che Guevara cuyos hijos tuvo en brazos más de una vez Manuel Sánchez Dalama. El escritor, al que en Galicia llaman cubano y en Cuba, gallego, recalaba hace ocho años en Vigo, donde reside y combina su faceta literaria con los trabajos que le van surgiendo. Si interés por el terruño de adopción queda patente el La mancha negra.

El personaje principal de la obra es Ángel Bravo. Joven policía de origen gallego, trabaja en Madrid contra el narcotráfico, mientras procura salvar un matrimonio que se le va a pique, no sin culpa de este adicto al vodka y al Jhonny Walker. Atrás quedan sus años de infancia y juventud, con felices vacaciones en las playas de Camelle, donde habría tratado al alemán del museo y a una atractiva mujer, Uxía. De todo ello se harán rápidas evocaciones, mientras se desarrolla el relato de sus actuales peripecias, que lo conducirán de nuevo a la Costa de la Muerta, justo cuando está produciéndose la gran catástrofe. Mal informado por uno de sus confidentes – el poco verosímil Thomas -, tratando de detener a un narcotraficante, termina disparándole mortalmente. El poderoso padre, un capo de la droga, buscarán pronta venganza. Ángel, suspendido de empleo y sueldo, apenas cuenta con más ayuda que la de un colega ciego. Decide ocultarse en su Galicia natal, donde va a ser testigo de la catástrofe. Hasta allí lo buscan las pistolas, alertadas por la estupidez del confidente. Consigue adelantarse y dar muerte a los narcos, pero no eludirá la cárcel, donde va a ser (y son ya muchas coincidencias) roomate de Mangouras, capitán del Prestige. Entre ambos hombres, tan distintos, surge una amistad que facilita las confidencias. Con el relato de las mismas termina la obra.

Importa decir que si, desde el punto de vista temático, la narración podría ser ubicada en el amplio espectro del realismo – la narración como espejo de la sociedad, fórmula consagrada por Zola, todavía no periclitada -, desde el punto de vista formal se diferencia de los clásicos del género por la construcción del discurso narrativo. Se aleja éste de la fórmula lineal, alternando secuencias espaciotemporales de diferentes época y lugar, referidas unas – las más – en primera persona (según quien las evoque), contadas otras por un “narrador omnisciente”, aunque todo va confluyendo y encajando con habilidad. Tanto en uno como en el otro nivel expresivo abundan los diálogos, que contribuyen a incrementar los ritmos del texto. La prosa es limpia, bien cuidada, con algún leve matiz matiz cubano ( ese “coño, tremenda fusta tienes en la mano”, pág. 200, para designar un Magnum del 38, o el uso transitivo del verbo en “les regresan a la celda”, de la pág. 238), amén de los recursos al habla vulgar en personajes de baja catadura. Por lo demás, el autor se mantiene al margen de las apreciaciones éticas, políticas o didácticas a que los hechos contados parecerían inducir, esforzándose sólo por elaborar de la forma más verosímil posible el carácter y la conducta de sus personajes.

EL LIBRO:

Título: ‘La mancha negra’

Autor: Manuel Sánchez Dalama.

Editorial: Algaida. Sevilla, 2011.

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