La centuria del XVIII es conocida fundamentalmente como el siglo de la Ilustración, de las luces, de la razón, de la Enciclopedia, del progreso, de la revolución industrial o el de la Revolución francesa (1789). Con él concluye lo que en historia se denomina “época moderna” y se abre la contemporánea. Francia, Inglaterra, Alemania y, en menor medida, Italia son los países donde con más fuerzas se desarrollan los ideales ilustrados. De España se ha dicho habitualmente que permaneció anclada en las concepciones sociopolíticas tradicionales, las que conforman el “Antiguo Régimen”, aunque a estas alturas nadie puede negar que también aquí encontraron eco las tesis de Locke, Hume, Voltaire, Montesquieu, Diderot o Rousseau , pese a las condenas sistemáticamente lanzadas contra sus libros y a la vigilancia de la Inquisición.
Que las nuevas ideas – con su traducción al arte, la escritura, el vestido, la educación, la ciencia, la gastronomía, etc. – encontraron su reflejo incluso en la vida cotidiana lo viene a demostrar esta obra de Juana Vázquez Marín ( n. Salvaleón, 1951). La catedrática pacense, que también es autora de poesía y novela, recoge en este libro el fruto de sus tenaces investigaciones sobre el Madrid dieciochesco, asunto en torno al cual tiene publicadas obras como El Madrid de Carlos III o El costumbrismo español del siglo XVIII, sí como numerosos artículos en trabajos en obras colectivos, de las que podríamos destacar Historia literaria en el siglo XVIII.
Aunque ella juzga un ensayo la presente entrega (y así se incluye en la colección de Endymion), es ante todo un trabajo de investigación, si bien nutrido con abundantes y comprometidas consideraciones. Para más asimilarse al modelo ensayístico, se publica sin notas y los textos citados – muy abundantes, poco conocidos y de gran valor – no se acompañan con las oportunas citas bibliográficas, algo que tal vez hubiese sido preferible.
Proceden éstos de los ricos fondos documentadas rastreados por Juana Vázquez en archivos, hemerotecas y bibliotecas de Madrid, con sigularl atención a publicaciones como “ bandos , carteles, edictos, pragmáticas, sermones, libros de viajeros, morales, políticos, críticas, sátiras, poesías, etc.” (pág. 18), sin olvidar a escritores de costumbristas clásicos. Va conformándose así un cuadro extraordinariamente vívido de aquel Madrid que se escinde en dos escenarios antagónicos : el de los innovadores, que procuran copiar las ideas, modas, expresiones, usos y costumbres procedentes de Europa, más aún si llevan sello francés, y la de los tradicionalistas, obstinados en la defensa de las tradiciones patrias, tal como ellos las interpretan. El prototipo máximo de los primeros es el “petimetre” (término de raíz gala: petit maître, peyorativamente connotado); del segundo, el “majo”, ambos con sus versiones femeninas. Si bien no falta la excepción en uno y otro, aquél abunda entre los grupos sociales económicamente mejor asentados (nobles, banqueros, comerciantes, intelectuales, clérigos cultos). Los majos son sobre todo gente humilde. Por eso cabe intuir un auténtico conflicto de clases bajo sus enfrentamientos, con todas las matizaciones precisas.
A medida que avanza el siglo, se acentúan las diferencias, que terminarán explicando las posturas adoptadas a raíz de la invasión napoleónica. Para entonces, pese al aliento recibido de las medidas de Carlos III y sus ilustrados ministros, los partidarios de la renovación parecen en innegable retroceso. Se multiplican las puyas contras los “eruditos a la violeta”, “afrancesados”, “currutacos”, “extranjerizantes” (ocasionalmente, también zaheridos como maricas, andrómacos, afeminados, bobos narcisos y otras lindezas), improperios que ellos mismos se encargan de fomentar con comportamientos evidentemente provocadores.
La obra nos hace asistir, de una mano u otra, a los espectáculos, ferias, fiestas, recepciones privadas y públicas, mercados , iglesias, teatros, plazas y calles de aquel Madrid cuyo trasiego callejero nos asombra, cuajado de pretendientes a oficios públicos, paletos ocasionales, mendigos, frailes, abates engreídos, lumias, damiselas , señoronas, artesanos, políticos, militares fachendosos, periodistas, libreros… casi todos a la búsqueda de ver y ser vistos, aparentando ser lo que nunca serán, pretendiendo en definitiva sobrevivir en una ciudad plena de energías.
EL LIBRO
Título: ‘El Madrid cotidiano del siglo XVIII’
Autor: Juana Vázquez Marín
Editorial: Endymion. Madrid, 2011