Catedrático de Arqueología de la Universidad de Córdoba, Vaquerizo (Herrera del Duque, 1959) no descuida la creación literaria, que alterna con sus trabajos científicos. Luego de publicar El árbol del pan (2004), inició una ambiciosa trilogía inspirada en el papel de las mujeres en los entornos rurales, de la que han aparecido dos entregas: Callejón del lobo (2007) y Chocolate con veneno (2009). Antes de culminarla, nos sorprende con otro relato novelesco, de ambientación bien distinta y título inquietante, El cerro de los cráneos.
Autor también de una celebrada Guía arqueológica de Córdoba, ciudad de la que se declara enamorado, opta esta vez por centrarse en un territorio mítico de aquella provincia, la villa de Hornachuelos. La magia que desprende dicho rincón, cuyo epicentro es el paraje conocido como la Montaña de los Ángeles, se fundamenta en razones históricas múltiples. Allí se erigió a finales del XV un monasterio que habría de alcanzar enorme fama al calor de los impulsos renovadores propugnado por sus frailes. En aquella sierra poblada por numerosos hombres y mujeres dedicados a la vida eremítica, próxima a localidades con bastantes familias de raíz judeoconversa, resonarán nombres como los de Juan de la Puebla (fundador de la Provincia de Los Ángeles a partir de algunas comunidades de ermitaños), Francisco de Osuna, San Juan de la Cruz, San Juan de Ávila, Bernabé de Palma, fray Luis de Granada. Por no decir el de los Cazalla, tan presentes en la historia de la herejía española, con la inolvidable María, que bien puede tener trasunto en esta novela. Hace dos años se celebraba en Hornachuelos el I seminario de investigación María de Cazalla, dedicado al tema de Franciscanos, místicos y alumbrados en la Sierra y Valle de Córdoba en la Edad Moderna. Sus organizadores precisaban justamente que “a comienzos del siglo XVI se vivía en las faldas de la sierra de Córdoba y su Valle una época convulsa. Crecimiento demográfico y urbano, auge productivo, incremento del comercio, nacimiento del latifundio y del “cortijo“… También aumento de la presión señorial y continua tensión entre la nobleza feudal y el creciente Estado Moderno, malas cosechas y sucesivas crisis de subsistencia. En ese contexto se va a vivir un incremento inédito de las inquietudes religiosas y espirituales, a lo que no será ajeno el Tribunal del Santo Oficio, instaurado a fines del siglo XV”. (María Cazalla, cuyo proceso se conserva en el Archivo Histórico Nacional, fue una joven autodidacta y profundamente crítica con las convenciones sociales; con ideas transgresoras, opuesta a reducir la vida de las mujeres a la maternidad, y de equiparar la sexualidad con el pecado, se convirtió en maestra y dirigente espiritual. Fue apresada por la Inquisición en 1532, sometida a proceso y torturas).
Es el trasfondo histórico de esta novela. Eduardo Mendieta, su protagonista, un maduro antropólogo formado en Estados Unidos, pero de origen andaluz, regresa a la Córdoba de su infancia tras perder trágicamente mujer e hijos, viéndose envuelto de forma casual en descubrimientos inquietantes. Se propone dilucidarlos, con la ayuda de la joven y atractiva Tanti. Con ella vivirá una historia de amor, mientras procuran deshilvanar los hilos de un ovillo extraordinariamente complejo, en cuya secular historia aparecen con mayor o menor fortuna espíritus reformistas, inquisidores, frailes ambiciosos, vírgenes ingenuas, todos ellos verdugos o víctimas, según los casos, de un ambiente cargado de inquietudes religiosas y ansias de poder, fervor y crueldad. La imaginaria figura de doña Gondruenda, mujer empeñada en vivir su fe, rodeada de discípulas, de modo libre, con una visión naturalista de las prácticas religiosas, lejos de los formalismos de la ortodoxia católica, se convertirá en la clave de los horribles acontecimientos desarrollados en aquel cenobio. El diario que pudo escribir, luego de que la emparedasen para matarla, y el antropólogo descubre, ofrecerá las soluciones definitivas.
Vaquerizo, que maneja numerosos documentos y elabora no pocos pasajes por intertextualidad , advierte en el epílogo que este relato es una adaptación novelesca de diversas realidades y leyendas, utilizadas por él de forma absolutamente maniquea para crear un clima de ficción sin rigor histórico o religioso.
Desiderio Vaquerizo, El cerro de los cráneos. Córdoba, Almuzara, 2011.