“Titulo este libro “Automoribundia”, porque un libro de esta clase es más que nada la historia de cómo ha ido muriendo un hombre”. Así comienza el prólogo que Ramón Gómez de la Serna puso a su famosa autobiografía. En el de la suya, que como tal leemos esta Terapia para una treintañera desesperada, la autora advierte: “Esta novela es un collage de experiencias, dudas, deseos… y sentimientos de mujeres reales de nuestro tiempo”. Podría haber parafraseado al creador de las greguerías, poniéndol el subtítulo “Autocompatibundia” o algo así. Quedaría feo, ciertamente, aunque quizás serviría para advertir al lector sobre los contenidos de una obra repleta de consideraciones nada complacientes sobre la situación personal que vive la escritora. El humor irónico, tan eficaz también en los textos de aquel sobrino de Carolina Coronado, junto con un alto concepto de sí misma y la decisión de seguir adelante pese a las dificultades todas, contribuye a que el suyo sea más una proclama voluntariosa que el clásico “cuaderno de agravios”.
Nacida en Llerena (1978), hija de familia humilde, Pilar García Moreno tuvo que trabajar desde bien joven para contribuir a la economía doméstica y ayudar en sus estudios, hasta licenciarse en Filología Hispánica por la UEX. No logró aún, según le habría gustado, un empleo fijo como enseñante y, teniendo en cuenta la crisis que atravesamos, cada vez desespera más de conseguirlo. Irá relatando aquí sus circunstancias personales, desde la infancia hasta hoy, pero sin perder nunca el sentido social, pues sabe que la suya es situación sufrida por multitudes de mujeres. “Si yo, que soy atractiva, inteligente y trabajadora tengo que conformarme con esta mísera vida que me ha tocado vivir, obligada a padecer ese vacío agotador de espíritu, esta angustia sin perspectivas de futuro, ni de presente, este conformismo aplastante… sin , poder aspirar a llegar más lejos, sin hacer algo interesante, innovador , rompedor, sin aspirar, a secas, ¿qué será de toda esa gente que vaga por el mundo, que no vale para nada, gene simple, sin ambiciones, sin prospección de futuro, sin metas …?”, se pregunta ya en las primeras líneas de una obra desenfadada que, escrita en primera persona y con espíritu provocador, elude falsas humildades, tópicos feministas y prejuicios sociopolíticos, consciente de que puede levantar polémicas. Tal vez incluso las busca. Ejemplos tiene sin salir de casa. Si el padre fue “socialista, sindicalista confeso durante toda la dictadura franquista… contrabandista de café Camello. Emigrante (en Alemania). Siempre viviendo al límite” (pág. 79), la madre es una mujer de enorme personalidad, tozuda e inteligente, que hubo de luchar en su juventud contra los fantasmas de la hambruna (acaso recurrentes). Sabe también narrar como nadie las historias del pueblo, de las cuales no pocas han pasado a la novela. Algunas, v.c., la de Isidora la borracha, tienen singular empuje..
Es la primera que publica su autora, aunque tiene otras escritas. Cada uno de los capítulos lleva una entradilla en versos propios y concluye con un largo poema. Nos parece bastante mejor la prosa, siempre ágil, cargada de guiños y no pocas veces deudora del lenguaje popular, refranero incluido. Pilar García ha adoptado la escritura como terapia contra la frustración. Lo hace tan bien que va a superarla. Seguramente podrá servir para “todas esas mujeres, treintañeras o no, fuertes, valientes, emprendedoras, románticas, inteligentes, trabajadoras”, en cuyas vidas confiesa haberse inspirado. Gracias a ellas, la generación JASP (“jóvenes aunque sobradamente puteados”) el futuro es menos negro, augura la autora.
Pilar García Moreno, Terapia para una treintañera desesperada. , Madrid, Éride Ediciones, 2011.