Catedrática de Literatura, la doctora Vázquez Marín (Salvaleón, 1951), que tambien está licenciada en Ciencias de la
Información, se ha movido por terrenos múltiples, mientras ejercía la
docencia en la capital de España: Investigaciones históricas (El
Madrid de Carlos III, El costumbrismo español del siglo XVIII),,
ediciones críticas (San Juan de la Cruz), ensayos (El Madrid cotidiano
del siglo XVIII),La literatura del siglo XX), biografías (Zugazagotia,
precursor de la novela social), novelas (Con olor a naftalina) y
poemarios (Signos de sombra, En el confín del nombre, Nos+otros,
Gramática de la Luna, Escombros de los días) figuran en el haber de
la escritora, que ha colaborado igualmente en importantes obras
colectivas (Historia literaria en el siglo XVIII, El Quijote en clave
de Mujeres), a la vez que ejercía la crítica literaria en numerosos
medios ( HOY, Cuadernos del Sur, Diario 16, El Mundo, El País).
De tan polifacéticas dedicaciones, la escritora extremeña ha destacado
numerosas veces la importancia que concede a la creación. “Mi poesía
es un elemento vital primario, la necesito para saber vivir, sin ella
caigo en el absurdo. Esa necesidad tiene como finalidad el misterio,
que busco en la palabra, pues cuando escribo no escribo sobre lo
ocurrido sino para que ocurra algo. Por eso la mayoría de mis poemas
han brotado del subconsciente y yo soy la primera lectora de ellos.
Hoy mi poética está cambiando y brota con el anhelo de que el misterio
se instale en lo próximo y cotidiano, para desterrar el terror al
vacío y al tedio de la existencia”, declara.
Con esa actitud espiritual, terapéutica y soteriológica, está escrito
Tiempo de caramelos, un poemario conmovedor, donde Vázquez Marín bucea
en los entresijos de lasintimidades para descubrir las raíces
infantiles de su pesonalidad.
Aquellos años vividos “en un pueblo pequeño/de Extremaura/que contenía
en su vientre/una enorme bola de soledad y silencio”, son rescatados
aquí merced a un ejercicio de psicoanálisis casi inmisericorde. Aunque
no falte un toque de piedad filial, la niña que sigue siéndolo
protesta contra el injusto trato que recibiese en una casa, por lo
demás bien abastecida. Ni el padre, un antiguo republicano, siempre
serio y exigente ante la que juzga hija superdotada; ni la madre, más
pendiente de sus propias frustraciones, alcanzaron a comprender las
auténticas demandas de la melancólica y enamoradiza rapaz.
El libro se lee como un único poema, cuyos versos, blancos y libres,
exorcizan líricamente los demonios habituales para tantas personas
nacidas en “una España de moscas mierda y miedo/sin el color que da
libertad” , desafortunadamente agravados a menudo por las
incomprensiones familiares.
Juana Vázquez Marín, Tiempo de caramelos. Palma de Mallorca. Calima
Ediciones, 2012