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Manuel Pecellín

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FANTASÍA ALEGÓRICA

Manuel Pecellín Lancharro

Novela corta, que narra como si de un hecho confirmado por testigos solventes se tratase, la maravillosa metamorfosis acaecida a una dulce esposa inglesa, constituye un relato pleno de fantasía y significaciones. Según se ha dicho de otros libros de su fecundo autor, no se trata de un texto fabuloso, pues oculta numerosas cargas de profundidad bajo capa ingenua. Al socaire de los cambios que dos esposos experimentan – físicas las de ellas; morales en ambos- La dama que se transformó en zorro constituye una turbadora alegoría de la condición humana. Por lo demás, las propias vicisitudes existenciales del escritor no dejan de resonar en estas ingeniosas páginas.
Natural de Brighton (1892), Garnett, que moriría nonagenario (Montcup, Francia, 1981), tuvo una vida bien accidentada. Hijo de padres cultos, se une sentimentalmente al pintor Duncan Grant, pacifista como él. Juntos trabajaron en una granja durante la I Guerra Mundial e ingresarían en el famoso “Grupo de Bloomsbury”, cuyos distinguidos miembros (Virginia Woolf, G. Brenan, B. Russell, J.M. Keynes, Duncan Grant, Vanessa Bell et alii) no ocultaban el desprecio por la moral victoriana, la religión tradicional y la estética realista. Abre después una librería en el Soho. Adquiere pronta notoriedad merced a la obra que presentamos. La había ilustrado Rachel Alice Marshall, con quien se casa y tuvo dos hijos. Bisexual confeso, obtuvo numerosos galardones literarios y no deja de sorprender a los amigos, desposando nuevamente, ya cincuentón, a una veinteañera que él conocía desde que nació. La ruptura del matrimonio – tuvieron cuatro hijas- lo conduce a pasar su últimos años en Francia, sin dejar de escribir.
Por factores inexplicables, como tantos hechos maravillosos que ocurren a menudo, la señora Tebrick, hermosa mujer, exquisitamente educada, se convirtió en zorra (no se olviden las connotaciones del término) poco después de casarse. Cierto es que de soltera se apellidaba “Fox” y que, siendo niña, según costumbre en la campiña inglesa del XIX, la habían sometido a la ceremonia del “blooding” (ritual de iniciación en el que se unta el rostro del novel con la sangre del zorro cazado, ilustra la traductora, Laura Salas Rodríguez). Pero nunca podrá entender el paciente, enamoradísimo esposo cambio tan tremendo. Como no oculta las ilusiones de que la cosa vuelva atrás. Aunque la dama va desnaturalizándose rápidamente y se torna más zorruna cada día -, el señor Tebrick, un terrateniente conservador, rehace vida y hacienda para no perder de modo definitivo al animal que un día desposara. Si su abnegada conducta comienza recibiendo algunas compensaciones, el otrora dulce animal va asilvestrándose irremisiblemente; desencadena pronto los ímpetus crueles, olores fétidos, modales egoístas y falaces, los comportamientos antihumanos a los que su nuevo ser lo inducen. Su auténtico yo irá imponiéndose a los normas antaño adquiridas.
Pese a todo, aún roído por la angustia e incluso los celos, el marido, sin importarle cuanto puedan decir los allegados, capaz incluso de admitir como propios a los cachorros que un día le presenta la zorra, estará dispuesto a recibirla siempre en casa, de donde huye una y otra vez al bosque en busca de libertad, hasta el trágico desenlace, no exento de romanticismo. Porque, aun sepultada en aquel cuerpo de bestia, cuyo carácter él se esforzaba por entender y respetar, sigue amándola hasta el fin.
Según recuerda John Burnside en el postfacio adjunto, las historias de transformaciones humanas en animales (imposible olvidar la Metamorfosis de Kafka, pese a que las angustias del checo ante el absurdo no tengan lugar aquí), son un intento de conferir sentido al mundo, un universo en contante transformación. Por demás, como aclara el escritor mencionado, la novela de Garnet sirve para demostrar que “el amor realmente lo conquista todo, desde la diferencia entre las especies (se manifieste como se manifieste) hasta las destructivas costumbres de una sociedad educada y represiva en la que los burgueses se transforman en animales por no tener lo bastante de bestias”.

David Garnett, La dama que se transformó en zorro. Cáceres, Periférica, 2014

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