Natural de Zaragoza (n. 1963) y catedrático de Literatura Hispanoamericana en Granada, el autor ha impartido clases en numerosas otras Universidades, especialmente las de Delaware y Montclair State (USA). Entre sus obras cabe recordar Cómo trabajan los grandes maestros de la literatura (2002), junto con numerosos estudios sobre los escritores hispanoamericanos, cuyas biografías conoce a la perfección. No sólo la de ellos, sino también las de otros grandes maestros de la pluma, según demuestra este libro.
Lo abre un prólogo de Vargas Llosa, en la que el premio Nobel evoca cuán intensamente ha amado los libros y los lugares donde se guardan, catalogan, sirven y leen tan imprescindibles útiles de la cultura. Él mismo trabajó en la biblioteca del Club Nacional de Perú, donde pudo hacer descubrimientos que lo marcarían, como el de la larga veintena de tomos publicados en la colección “Les maîtres de l´amour”, dirigida por Apollinaire. Vivirá experiencias similares en la Nacional de Madrid y París, así como en la antigua British Library, a la vez que iba componiendo su novelística. Con él concluye también el volumen.
Son treinta los escritores concitados en estas páginas, donde se nos hace ver, por testimonios directos o indirectos, las relaciones laborales que a lo largo de sus tantas veces muy agitadas vidas mantendrían con esos “paraísos”. Porque no otra cosa es para un creador tener a mano miles y miles de títulos que devorar. Se trata de figuras relevantes, pertenecientes a numerosos países y que así se agrupan sin seguir orden cronológico, escuela, movimiento o generación. Según los casos, no solamente se analizan las vinculaciones de cada uno (casi siempre, de larga duración), con distintas bibliotecas (universitarias, estatales, municipales, áulicas, privadas, etc.), sino que se incluyen agudos análisis sobre la diagénesis, sentido y alcance de las propias creaciones. De ahí que cabe clasificar El escritor en su paraíso como género biográfico e historia de la literatura, si es que el primero no supone un aporte imprescindible para entender la segunda.
Obligado a elegir, me quedaría con los capítulos que se dedican al perseguido Reinaldo Arenas, Georges Bataille (“el bibliotecario perverso”), Jorge Luis Borges (“el escritor en su laberinto infinito”), Robert Burton (“ el saber enciclopédico y melancólico), Casanova (“seductor seducido por la palabra”), Solzhenitsyn (“un bibliotecario entre rejas”), Hölderlin (“el bibliotecario loco”), el inconmensurable Menéndez y Pelayo o Eugenio d’ Ors, pionero de las bibliotecas populares en su Cataluña natal.
Edén, refugio, taller, tertulia, incluso hogar fueron las casas de los libros para quienes los amaban con tanta pasión. Díganlo si no el extremeño Bartolomé José Gallardo, activísimo bibliotecario de las Cortes de Cádiz, a quien A. Esteban califica como “el príncipe de los bibliófilos españoles” (palabras que mucho recuerdan las dirigidas por Bataillon a Antonio Rodríguez-Moñino, personalidad bien merecedora de haber aparecido en este estudio). O Benito Arias Montano, artífice de la magna biblioteca de El Escorial, que tal vez se lleva las páginas más flojas, redactadas sobre una bibliografía arcaica, con algún error de fechas y no pocas consideraciones más que discutibles sobre la casi inabordable producción del escriturario, teólogo y poeta frexnense.
Ángel Esteban, El escritor en su paraíso. Cáceres, Periférica, 2014.