JUDÍOS ESPAÑOLES
“Nos volvemos a encontrar después de 500 años” fue el saludo de Simon Peres, primer ministro de Israel, a Felipe González tras el tratado de relaciones plenas entre su país y España (La Haya, 17 enero 1986). Las dos naciones ponían oficialmente fin a un doloroso litigio que se iniciase cuando los Reyes Católicos firmaran (1492) el tratado de expulsión de los judíos no dispuestos a recibir las aguas bautismales. Sobre los conversos, reales o simulados, entre los que figurarían muchos de nuestros escritores, artistas, prelados, políticos, comerciantes, banqueros e incluso santos más célebres, la Inquisición se encargaría de extender sus poderosos y temibles tentáculos. Al fin, las comunidades israelitas quedan prácticamente eliminadas del territorio hispano. Desde la diáspora (Marruecos, Francia, Países Bajos, repúblicas italianas, Balkanes, Turquía, Israel), los sefarditas, orgullosos de su origen, dueños de un rico legado cultural, dolidos por las afrentas y nostálgicos de la patria perdida, no cortarían nunca definitivamente el cordón umbilical. Tampoco lo hizo España. Siempre hubo redes, acaso clandestinas, pero eficaces. Tampoco fueron olvidados en la Península ibérica, pese a los ramalazos antisemitas que a menudo se expandieron aquí con apoyo de las fuerzas conservadoras, si bien no pocos españoles juzgarán sumamente adecuada (especialmente en épocas de grandes desastres socioeconómicos) la aportación hebrea para salir de la crisis.
Mérito de esta obra –un volumen con más de 600 páginas- es delinear lo que han sido las relaciones hispano-judías desde el edicto de expulsión (1492) hasta hoy. La tesis principal, abrumadoramente argumentada, es que nunca se cortaron las relaciones entre los dos pueblos, si bien condicionadas por el contexto histórico de cada época y los prejuicios mantenidos en ambas partes, tal vez una curiosa manifestación del binomio amor-odio a gran escala. Ni los sefarditas dejaron nunca de interesarse por cuanto ocurría en la que siempre consideraron su patria de origen, ni España se abstuvo de ayudar a las familias de su diáspora israelí cuando lo necesitaron y le fue posible (quizá no siempre todo lo deseable), pese a las dificultades de política exterior e interior.
Isidro González lleva más de seis lustros investigando el tema, sobre el que tiene publicadas multitud de obras: La cuestión judía y los orígenes del sionismo (1881-1905); España ante el problema judío; el retorno de los judíos; Las relaciones España-Israel y el conflicto de Oriente Medio; Los judíos y la Segunda República (1931-1939) y Los judíos y la guerra civil española. Es miembro del Comité Científico de la Cátedra Universitaria España-Israel y del Comité de expertos de las Naciones Unidas para el Estudio del Antisemitismo. Su autoridad está pues más que contrastada.
Capítulos especialmente interesantes de la obra son los dedicados a los momentos en que resulta más fácil la aproximación entre españoles y sefardíes, incluido la posible vuelta de los hijos de los desterrados (Cortes de Cádiz, primera y segunda República, III Reich, guerras entre israelíes y palestinos), así como a las personalidades más interesadas en el asunto (Castelar, Dr. Pulido, Madariaga, Fernando de los Ríos, Juan Cárdenas, Areilza) y a los auténticos héroes en la lucha contra el holocausto (con Sanz Briz y otros diplomáticos a la cabeza).
Esforzándose por superar el enorme cúmulo de tópicos existentes y no incurrir nunca en actitudes maniqueas, procurando entender los acontecimientos a la luz de la documentación clásica y reciente (muchos archivos sólo en estos años pudieron ser consultados), el Dr. Isidro González ha hecho un trabajo rotundo. Podrían haberse eliminado las numerosas repeticiones y, sobre todo, la excesiva cantidad de erratas que lastran un texto apasionante.
Isidro González, Los judíos y España después de la expulsión. Córdoba, Almuzara, 2014.