Francisco Javier García (Arroyo de la Luz, 1963), doctor en Historia, es profesor del IES Bioclimático de Badajoz. Entre sus publicaciones importa recordar dos libros, Manuel Gómez Cantos. Historia y memoria de un mando de la Guardia Civil (Cáceres, 2013) y Cartas y diarios desde las cárceles franquistas en Extremadura (Badajoz, 2014). Como otros trabajos del autor, ambas obras reflejan la mentalidad progresista del autor, por otra parte en absoluto proclive a interpretaciones maniqueas. Su bien demostrada interpretación del devenir histórico según claves nada sospechosas de conservadurismo constituyen el menor aval para esta nueva monografía, que ha querido dedicar a un hombre de derechas, Juan Ramos Aparicio, maestro y poeta también natural de Arroyo (1915-2009), población donde aquél figura como cronista oficial desde hace algunos meses.
Editada por la Asociación de Ciencias Sociales de Extremadura, su propósito es solventar el silencio, cuando no la injusta consideración que sobre esta interesante personalidad cacereña ha venido desplegándose. Sin incidir en posiciones hagiográficas, aunque no puede ocultar las simpatía que el biografiado le producen, el autor lleva a feliz término la tarea. Así lo reconoce el prólogo de Julián Chaves Palacios, profesor de la Universidad de Extremadura bien conocido por sus trabajos sobre la “Memoria Histórica”.
La prolongada existencia de este hombre muerto casi centenario permite al historiador reconstruir en torno a su figura el último siglo, pues no ha ahorrado esfuerzo para contextualizar debidamente, con generosa documentación, todas las etapas por las que Aparicio transcurre: infancia y adolescencia en la villa natal, bajo el tutelaje de Florencio García Rubio; estudios de magisterio según los planes establecidos por la II República; participación como soldado franquista en la contienda española 1936-39 (“una guerra fratricida y cruel, que nada resolvió”, según la calificara más tarde); ejercicio vocacional del magisterio en numerosas poblaciones, hasta afincarse definitivamente en la natal, donde se jubila y aún tiene tiempo para conocer la restauración de la democracia, todo ello sin dejar de escribir y colaborar en un enorme cúmulo de actividades culturales.
García Carrero tuvo a su disposición el archivo de este hombre, radicalmente bueno al estilo machadiano, lo que le permite establecer las relaciones que lo ligaron en honda amistad con no pocos escritores de clara ideología izquierdista, como el filósofo y novelista Pedro Caba (también arroyano) o el poeta Jesús Delgado Valhondo. Aparicio mantuvo también cordial correspondencia con hombres de diferente ideología: Luis Romero Solano (exdiputado del PSOE, muerto en el exilio), Camilo José Cela, José María Pemán, José García Nieto, Joaquín Parra González, Adolfo Maíllo, Fernando Bravo, Carlos Callejo, José Canal y un largo etcétera, de todos los cuales se ofrecen los oportunos apuntes biobiliográficos.
Colaborador habitual de la revista Alcántara y el periódico Extremadura, Aparicio compuso una abundante obra literaria, fundamentalmente lírica, no toda édita, que el autor se propone analizar en entregas posteriores. Sirve ésta para merecerle el aprecio de toda persona de bien, por lo mucho que laboró en beneficio de las poblaciones donde ejerció la docencia y muy especialmente en su patria chica.
Francisco Javier García Carrero, Arroyo, mi caro Arroyo. Cáceres, ACISE, 2015.