En dos partes se estructura esta obra, que viene a incrementar el cada vez más rico fondo de historias locales de Extremadura: un estudio de la II República y la guerra civil en Arroyo, junto con la memoria de la excavación de la fosa común de “El Valle”, donde fueron sepultadas ignominiosamente otras víctimas de la represión contra los republicanos. El libro lleva sendos prólogos, del presidente de la Diputación, Valentín Cortés Cabanillas, y del alcalde Juan Moreno Barroso, defensores ambos de incentivar las actuaciones favor de quienes padecieron violencias durante el Franquismo, según dispone la “Ley de la Memoria Histórica” (52/2007, 26 de diciembre). Sobre la oportunidad de la misma insiste en los preliminares José Manuel Corbacho Palacios, presidente de ARMHEX (Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica de Extremadura), licenciado en Derecho y Ciencias Políticas, a quien en época ya lejana tuve como alumno. Socio destacado es el coordinador de la obra, Ángel Olmedo Alonso, joven historiador que cuenta con numerosas publicaciones en torno al asunto. Silvia Herrero-Calleja y J. Antonio Aranda Cisneros han sido sus colaboradores.
Para escribir este libro se utilizan fuentes de hemerotecas y archivos por ellos examinadas, más la bibliografía oportuna, añadiendo las de carácter oral, recurso éste cuya importancia defendió Olmedo en una obra galardona con el Premio Barea 2009. Las palabras de los familiares de los represaliados, aquí recogidas (pp. 231-262), resultan sencillamente conmovedoras como testimonio de un cúmulo terrible de humillaciones, hambres, desprecios y vejaciones de todo género.
Personaje principal del libro es sin duda Francisco García Sánchez, de quien se reproducen como entradilla estas esclarecedoras palabras del año 1924: “Vivo en un pueblo chico (donde) se medra por la intriga y con las inclinaciones de espina dorsal, y yo no fui templado en las serenas llanuras de Castilla para estos menesteres de esclavos. Soy tal vez un átomo en el espacio, pero con mi personalidad propia e inconfundible, bueno o malo, mi pensamiento no admite presiones ni influencias”. Este hombre libre (Medina del Campo, 1894), llegado desde Valladolid a Arroyo para montar su farmacia, experimentará una rápida evolución. De mentalidad conservadora; cabo del somatén y defensor convencido de la Guardia Civil, termina siendo alcalde por el PSOE con la II República, acaso como reacción frente a los ominosos caciques de la localidad. Lo pagaría con la vida: fue a fusilado en la plaza pública el 3 de septiembre de 1936. Otros sesenta vecinos de Arroyo, donde los izquierdistas no quisieron acabar con ninguno de los contrarios, sufrirían la misma suerte. Desaparecido “a consecuencias de causas relacionadas con la guerra”, según el acta de defunción suscrita en el juzgado municipal, no se pudo localizar su cadáver, enterrado en una fosa común. Otra similar a la excavada por Almudena García-Rubio y Javier Iglesias-Bexiga, cuyas conclusiones se ilustran con un rico aparato gráfico.
Enriquecen el volumen, que adjunta también un CD, el conjunto de hasta 334 notas a pie de página, concebidas de un modo didáctico para facilitar la lectura a cuantos deseen introducirse en las dolorosas vicisitudes de aquel periodo trascendental, si bien a la postre frustrado, en el devenir de nuestra nación. Según ocurriese en tantas otras poblaciones, las fuerzas oligárquicas triunfantes merced a la sublevación franquista, hicieron pagar muy cruelmente a los que habían osado subvertir, no sin errores y desmesuras, el secular estado de opresión que el Pueblo sufría.
Ángel Olmedo Alonso (coord.), Arroyo de San Serván en el contexto de la II República y la represión franquista. Badajoz, Diputación, 2015