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Manuel Pecellín

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INMENSO NAUFRAGIO

 

Víctor Serge (Bruselas, 1890-México, 1947) fue una personalidad fascinante, prototipo del auténtico revolucionario, más proclive a la pluma que al fusil, capaz de reconocer los errores del proyecto utópico, aunque mantuvo hasta sus días últimos los ideales juveniles, pese a los terribles tropiezos sufridos. Su nombre real era el de Víctor Lvovich Kibalchic, como heredero de una familia rusa refugiada en Bélgica. Allí nació y se formó entre los defensores del anarquismo. Nunca perdería del todo sus raíces libertarias (junto al entusiasmo que mostró por la figura de Lenin). Su compromiso con los ideales revolucionarios lo condujo primero a España, durante la huelga general de 1917 (Medianoche en el siglo alude numerosas veces a nuestro país) y poco después a Rusia, donde los bolcheviques habían tomado el poder.
Serge se comprometió profundamente con el proceso soviético y con la Internacional comunista. No obstante, su lucidez y honestidad le descubren pronto, especialmente tras la subida al poder de Stalin, que la cosa pública no marcha según lo había soñado. Más próximo a las tesis de Trostki, también él será víctima de la represión que está llevándose incluso a los miembros más relevantes del PCUS. Sufre en carne propia las humillaciones concentracionarias del “gulag”, del que escapa en virtud de las presiones internacionales. El año 1936 abandona el presidio y puede salir de la Unión Soviética, convertida para entonces en una cárcel descomunal, y afincarse en Francia. Allí se decide a escribir la novela que presentamos.
S´il est minuit dans la nuit (1939), según el título original, denuncia paladinamente la terrible noche que ha caído sobre una tierra, Rusia, donde el triunfo del proletariado permitía encender las luces de un porvenir glorioso para la humanidad. Adelantándose a Koestler o Soljenitsin (Un día en la vida de Iván Denísovich, la admirable obra de este último, se halla aquí prefigurada), Serge presenta el régimen estaliniano como una horripilante máquina destructora de hombres y mujeres, en muchos casos a los que más debe la propia revolución, con métodos capaces de recordar otra odiosa estructura represiva, la Inquisición (delaciones, torturas, jueces inicuos, cárceles, abogados cómplices, hambrunas, autoinculpaciones humillantes, etc., están a la orden del día).
Pero Medianoche en el siglo es sobre todo un excelente ejercicio literario, texto en el que se combinan hábilmente con discurso narrativo, el monólogo interior, los diálogos sin marca, las canciones populares, las citas de Hegel y Marx, el feedback, la desconstrucción de las jergas políticas y carcelarias para describir el tremendo Caos en que millones de personas ignoran por dónde les asestarán el golpe último.
Enmarcada en Chernoé, campo de concentración a orillas del helado río Chiórnaya, magníficamente resuelto cada primavera, la obra nos traduce las angustias, ilusiones y sufrimientos de personajes prototípicos: Kostrov, miembro del partido desde 1917, profesor universitario de “Materialismo Histórico, que también cae en cae en desgracia y no se conducirá del modo más honorable; Fedossenko, jefe implacable en el trato con los deportados políticos, si bien lo veremos hundirse en el abismo ; el grupo de jóvenes “trotskistas” (Ryjik, Elkin, Avelii), cada uno representativo de diferentes posturas, que sufren allí las mayores miserias y entre los cuales destaca Rodion, el único capaz de eludir las alambradas, aunque su futuro sigue siendo igual de negro. Si hay algún atisbo de solidaridad en aquel gigantesco desbarajuste, en que la “Rusia eterna” de los zares no parece haber mejorado un punto, corre a cargo de los más humildes y de las mujeres allí concentradas (Várvara, Galia). Según apunta el escritor, entre Stalin y Hitler se puede establecer un estremecedor paralelismo. Los ideales comunistas eran tan sublimes como desastrosa su plasmación práctica.
Serge, ante la llegada de los nazis, consigue huir y refugiarse en México, donde el corazón le fallaría. El régimen colaboracionista de Vichy impide que circule su novela, por entender que critica en exceso a un aliado de Alemania, Rusia (tras el pacto Stalin-Hitler). Medianoche en el siglo no reaparecerá hasta 1979 (París, Livre de Poche). La edición de Alianza, con frecuentes notas a pie de página puestas por el traductor (Ramón García), que no es la primera en castellano, facilita la lectura de un libro imprescindible.

Víctor Serge, Medianoche en el siglo. Madrid, Alianza, 2016.

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