A mitad del pasado siglo, para muchos europeos la Alemania aún con heridas de guerra, fue configurándose como un edén. Seguramente los italianos, en especial los del Mezzogiorno, junto con los turcos y yugoslavos, serían los primeros en acudir a descubrirlo in situ, empleándose como mano de obra dócil y barata, pero muchísimo mejor tratados que en sus propios países.
Entre los millones que llegaron figuraría el joven Gianni Celati (Sondrio, 1937). Pero el joven estudiante no se fue hasta Hamburgo a la búsqueda de trabajo, como tantos de sus compatriotas (poco después subirían oleadas de obreros españoles). Lo hizo por amor, entusiasmado casi de repente con la atractiva rubia que había conocido por casualidad en una playa del Adriático.
Vuelto pronto a su tierra, Celati se doctoró en literatura inglesa con una tesis sobre James Joyce (imposible salir sin huellas del genial irlandés). Se ha dedicado a la docencia universitaria, habiendo traducido a muchos de los más importantes escritores ingleses y franceses (Swift, Twain, Melville, Conrad, Sthendal, Céline, Perec, Barthes), mientras, a partir de 1971, daba a luz una obra novelística que lo sitúa entre los grandes creadores de Italia. Entre sus abundantes títulos, figuran los que conforman el ciclo “Parlamenti buffi”, del que forma parte este Lunario del paraíso (1978). Lo publica ahora, traducido por Francisco de Julio Carrobles, la editorial Periférica, donde también apareció (2009) otra obra de Celati, Vidas erráticas, galardonado con el premio Viareggio, uno de los más importantes de su nación.
Aunque han pasado ya ocho lustros desde que apareciese por vez primera, el libro de Celati, reseñado calurosamente en muchos de los grandes periódicos europeos, continúa conservando un enorme interés. Con extraordinario sentido del humor, el novelista recrea merced al protagonista, el joven Giovanni, su propia aventura tras la impasible “ostrogoda” que un día lo deslumbró y a la que se propuso conquistar. Hasta dónde el relato, compuesto en primera persona, es exactamente autobiográfico o responde más bien, aunque con alguna base real, a la fantasía del autor, ni lo sabemos, ni quizás importe mucho a los lectores.
Quien se introduce en estas páginas queda pronto prendido por las aventuras del personaje y sus numerosas contradicciones, de las que él mismo es consciente, sin saber superarlas. Impregnado de un lenguaje próximo al marxismo popular, este aprendiz de comunista, empeñado en explicar ante cualquiera, fundiendo tesis de Marx y Bakunin, la mecánica de la explotación que el capitalismo impone al proletariado, este melancólico entusiasta de Shakespeare no duda en aprovecharse de las ventajas que el sistema y sus víctimas pueden proporcionarle, sin proponerse nunca dar ni un palo al agua. Más próximo al pícaro que al revolucionario, es un gorrón simpático, hábil para aprovecharse de las debilidades de la gente generosa, tan abundantes en el país de acogida.
Sin duda, el más sobresaliente es el padre de la amada, el simpático Schumacher, antiguo sargento de la Wermacht, un nazi borrachín, gran admirador de Holanda, los perros y, más que nada, las bombillas eléctricas, símbolos para él de la razón y el progreso. Otras figuras, si secundarias, no pierden interés, como la madre (una periodista amable, tipo espingarda); Tino, el inevitable mafioso; un otomano caradura; dos gemelas casi ”lolitas”; Gisela, que casi se erige en rival de Antje, el amor buscado, o el tierno calabrés al que el narrador conociera en la mili y cuya historia se evoca conmovedoramente.
La casa de la familia, el paraíso del título, donde Giovanni se hospeda sin haber sido invitado y el célebre Santi Pauli de Hamburgo, con enjambres de tristes prostitutas; el enorme puerto fluvial y sus suburbios; los bosques y praderas de la región… son los lugares mejor descritos.
Merced un lenguaje próximo a la oralidad, que abunda en expresiones populares (incluso chabacanas), alternado con pasajes próximos a la literatura clásica, la refrescante prosa de Celati constituye un ejercicio de expresión tan atrayente como provocador.
Gianni Celati, Lunario del paraíso. Cáceres, Periférica, 2018.