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Manuel Pecellín

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VELEIDADES DEL SER

 

Isidro Timón es un nombre bien conocido entre los amantes del teatro. Natural de Cáceres, pero criado en Villanueva de la Vera, que él tiene por su pueblo, comenzó los  estudios universitarios de Geografía e Historia, para terminar graduándose en Dirección Escénica y Dramaturgia (ESAD Extremadura).

Entre sus dedicaciones más destacadas cabe recordar que ha dirigido el Aula de Teatro de la UEX (1993-2000), el Consorcio Gran Teatro de Cáceres (2001-2012) y el Festival de Teatro Clásico de Cáceres. Ha sido también responsable de once ediciones del Festival Womad cacereño. En octubre de 2015 fundó, codirigiéndola desde entonces, la Maltravieso border scene, que acoge la Escuela de Artes Escénicas Maltravieso, la compañía Maltravieso Teatro y el Centro de Producción y Experiencias Escénicas Maltravieso. Creó y regentó en Cáceres “Por Ejemplo”, mítico bar de los 80 en La Madrila. Tampoco le resultan ajenas áreas como el cortometraje de ficción y documental, la televisión y las artes plásticas.

Es autor dramático fecundo, con un amplio elenco de obras, originales o adaptaciones de grandes creadores, desde Eurípides (una versión de su Hipólito en la 64 edición del Festival Internacional de Teatro Clásico de Mérida) o Sófocles (actualmente se representa en Perú Antígona. Siglo XXI) a Vaclav Havel, pasando por Cervantes y Shakespeare. Como narrador, lo que aquí nos interesa más, ha publicado Aquel día… Detroit (Letras Cascabeleras, 2014) y El sembrador de adoquines (Editora Regional de Extremadura, 2015).

ser-veleidades, con un título en minúsculas que inevitablemente evoca al Kundera de La insoportable levedad del ser, es un conjunto de diecisiete relatos cortos. Aunque se presenten subdivididos en dos partes, ni formal ni temáticamente se perciben entre ellos notables diferencias. Tal vez el más distinto (no el mejor) sea “Neandertart”, una combinación de prosa y poesía en homenaje a la cueva de Maltravieso, que tanto motiva al autor. Uno de sus dibujos protohistóricos, la mano con un dedo cercenado, fue elegido como símbolo por la Asociación de Escritores Extremeños.

“Las pinturas con manos sobre las paredes no manifiestan otra cosa que la necesidad del hombre, ya desde la prehistoria, por expresarse artísticamente. También el teatro comienza ahí, con las danzas rituales”, ha dicho nuestro dramaturgo en alguna ocasión.

Más interesantes, desde el punto de vista literario, son otras entregas del libro, próximas al realismo social (“Viaje al agua”), melancólicas (“Volver”), fantásticas (“Blablacar”), rurales, (“Noche atrás”), urbanitas, (“Esencias”, “La cajera”), evocadoras (“Guchinni”), reflexivas (“Ese hombre”), ofimáticas (“Papelera de reciclaje”) o pedagógicas (“El orador”). El libro es un caleidoscopio de plurales elementos, cada uno con su propio carácter. Sus numerosas alusiones a paisajes, anécdotas, flora y fauna, vivencias regionales se refuerzan ocasionalmente con usos lingüísticos como el del verbo  “quedar” en forma transitiva (adoptando el rol del joven amante cariñoso, para quedar boquiabierto al exmarido…, pág. 44), o la riqueza del campo semántico agroganadero (Junto a la puerta, en el suelo, colgadas, hay herramientas de labranza. Las miro, cojo la azada y un hacha, limpiaré los olivos de chupones y arreglaré las pozas alrededor de las higueras…, pág. 50). Lo que no impide la acertada aparición de expresiones pertenecientes a la informática o las comunicaciones audiovisuales, como frame a frame (pág. 22), Facebook (pág. 56), transfer ok (pág. 59), photocalls (pág. 60), etc. Tal vez el mejor símbolo de esta atinada simbiosis expresiva lo proporciona el propio autor cuando, al escribir sobre la seca, tanto dolor en la dehesa, imagina a los árboles fenecidos transformados en manos abiertas que gritan contra el cielo, aunque “solamente aquel alcornoque disponía de las oquedades necesarias para incrustar dos televisores de quince pulgadas en esos nudos vacíos, como viejas heridas abiertas “pág. 21). Seguramente, Vostell habría firmado con gusto esa perfomance entre sus barruecos graníticos.

 

Timón, ser-veleidades. Mérida, De la luna libros 2020

 

 

 

 

 

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