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Manuel Pecellín

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FRONTERAS

Pocas veces un título se corresponderá mejor con el texto nominado que éste de Fronteras. Su autor (La Codosera, 1955), nacido en la misma “Raya” – la frontera más antigua de Europa -, se crio en ese territorio limítrofe, donde la cultura de España y Portugal se funden hasta constituir una propia, por desgracia también en vías de desaparición por mor del despoblamiento de la zona.

Sus caseríos, explotaciones agroganaderas, gastronomía, tradiciones, leyendas, usos y costumbres, medicina. canciones, refranero, personajes y habla populares, el régimen autárquico allí sostenido, que el memorialista conoce como pocos (incluidos el idioma portugués y el “portuñol”, de los que la obra recoge abundantes muestras), nuclean estos relatos encantadores, con ese aura mágica capaz de teñir incluso actividades tan duras como la de los contrabandistas o la de los jornaleros. Más de una vez me ha traído a la memoria las novelas de su paisano Luis Landero, con quien comparte admiración por ese “Macondo junto al Gévora” (así lo llamé un día), donde ambos vivieron la infancia.

Es verdad que también se hacen excursos al aprendizaje en Alburquerque; las andanzas juveniles por La Roca de la Sierra o la poca feliz estancia en el Colegio Menor Juan XXIII, de Badajoz, mientras estudiaba COU en el IES Zurbarán (homenaje a Enrique Segura Covarsí, el catedrático de literatura).

Qué difícil resulta referirse fríamente a una obra tan personal y emocionante, más aún si quien la escribe es alguien como Manuel Simón Viola. Nos une una buena amistad; he compartido con él páginas en HOY y numerosas entregas colectivas; frecuentemente, nos hemos apoyado cada uno en trabajos del otro para componer los nuestros; a menudo intercambiamos opiniones; nos hemos encontrado en multitud de congresos, jornadas de estudio, concursos y debates sobre cultura extremeña.

Se trata de un texto misceláneo, no solamente por la pluralidad de sus contenidos, sino porque también acoge una gavilla de páginas debidas a las plumas del padre, la madre y la propia hermana de M. Simón Viola. Las aportaciones del primero son unos apuntes autobiográficos que dejó compuestos aquel inteligente campesino, bien tocado de espíritu comercial. Similares son los de la madre, otra mujer digna de admiración. Las dos fraternas, “Guiris” y “Una historia en cuatro tiempos”, son más bien de carácter etnográfico.

Del actual secretario de la AEEX, doctor en Filología Hispánica, que sabe conducir un tractor e injertar olivos, se conocen bien sus estudios sobre los escritores de nuestra tierra (siempre perfectamente contextualizados dentro de la literatura española); la crítica de los mismos en revistas y periódicos, así como las reediciones y los volúmenes antológicos que de muchos de ellos ha preparado. Avalan su buen hacer obras como Extremadura ayer y hoy, La narración corta en Extremadura- Siglos XIX y XX, Medio siglo de literatura en Extremadura, Literatura en Extremadura 1984-2009, Ficciones. La narración corta en Extremadura a finales de siglo o Periferias. Ensayos sobre literatura extremeña del siglo XX.

Con Fronteras se sitúa en el ámbito de la creación y, ciertamente, de modo no menos afortunado. El pleno dominio del mundo que describe, la empatía hacia cuanto lo compuso, la riqueza lingüística para describirlo en con los términos propios ya fuera de uso (palabras y cosas se corresponde, según nos han enseñado desde Platón a Foucault), la agilidad y brillantez de su prosa, constituyen alicientes sobrados para comenzar una lectura difícil de dejar hasta la finalización del libro.

Por allí, “al oeste del Edén”, se asentaron, antes y después de la injusta expulsión (1492), numerosas aljamas judías, al amparo de las facilidades que el tránsito de uno a otro país facilita. Las poblaciones rayanas se sembraron de sinagogas medievales. Algunas resistieron el paso de los siglos.  Lo recuerda el novelista, simpatizante con todos los “zarandeados por la historia”, que mantiene en Valdecerillos la casa de sus abuelos. Siguen haciendo  por allí  “la ruta por la sierra de La Lamparona hasta la ermita de la Virgen de la Lapa (conocida durante años como la patrona de los contrabandistas) por un empinado sendero entre madroños, castaños y nogales, el puente que separa el Marco español del portugués, y las pinturas rupestres del Vale do Junco o Lapa dos Gaviões. Se le puede acompañar en Frontera, que concluye con un sucinto, pero sustancioso glosario.

 

Simón Viola, Fronteras. Badajoz, Diputación provincial, 2020.

 

 

 

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