Impresiones I
Parece. En cierto modo, sí. Parece ciertamente. O más o menos. Sí. Desdibujado, aunque no definitivo. Tal vez un corcho que flota en el océano. En medio de toda esa agua, sí, señor.
Parece. Ahora, tal vez, un poco más. Por la perspectiva, nomás. ¡Coño!, pues sí que parece ahora. Antes también, cierto. No hay duda, ninguna duda. Parece, de todas formas, más grande. Recordemos: la perspectiva, el punto de apoyo, el plano de intersección, la bisectriz y todo eso. Está claro. Un minúsculo melocotón amarillo dentro de una bota de pescador. A grandes zancadas y los peces. Eso parece. Al menos, fluye. Es bueno saber que estás vivo. En determinadas circunstancias no. Los peces saltan y tienen los ojos muy abiertos.
Impresiones II
No se está nada mal. Es cómodo, aunque algo pegajoso se adhiere a la herida, aunque cómodo de todas formas.
Parece más grande. No tanto, pero lo parece. Es cierto. Estos ojos son un regalo. Pero ellos, los peces, no se mueren. Es imposible.
Impresiones III
Hace mucho creímos en los sueños. Y los sueños se apartaron de los sueños. A nosotros no nos está permitido soñar. El sueño de estar soñando por siempre jamás. Y hay montones de conchas en la playa. Algunas son preciosas y otras menos.
Impresiones IV
Parece lo que parece y ya está. Ha sido lo que parece desde que lo pareció la primera vez. Desde que alguien quiso que pareciese precisamente aquello, cierto.
Parece una herida. Una herida del tamaño del cuello de una botella. Es un orificio amarillo y sucio. No es para tanto, ¿verdad? Parece.
Siempre parece que te vas a poner bien. Y un día te mueres. Y se acabó. Eso es todo.