Desde esta esquina veo la calle de la derecha y de la izquierda. Veo los árboles y el asfalto, veo los contenedores, la acera, la hierba, las paredes blanqueadas y las desconchadas. Veo Badajoz y Elvas, el Faro, la calle Menacho, que ahora está desierta. La plaza Alta, San Francisco, San Roque y la Estación.
No hay nada como una esquina para los que nos gusta mirar. Celestino va por una calle, y por otra, Celdrán. Rajoy camina dando tumbos, por mitad del asfalto, arrasando con lo más frágil, como un Atila de barba recortada. Como a él le gusta.
Veo el campo, las casas bajas, y los edificio altos. Desde esta esquina veo pasar septiembre y cómo llega octubre, y cómo caen las hojas. Veo a los niños que nacen y los ancianos que mueren, a mujeres guapas, a hombres de gimnasios y universitarios en bici.
Desde esta esquina veo pasar la vida, y a Pedro y a Juan y a Elena, desde aquí, desde de esta esquina, veo la montaña y el mar. Y el desempleo y la tristeza y la esperanza, veo al borracho y al deportista.
A Proust, a Leon Felipe, a Serrat y a Sabina. Por una calle van los Chunguitos con el Porras, por la otra la Orquesta de Extremadura.
Esta es mi esquina donde me paro, me siento y miro, para una vez en semana, en esta blog, poderlo contar.